No deja de ser noticia lo que sucede en Venezuela. Porque esas noticias se convierten de algún modo en noticias de Colombia. No es esta vez el anuncio, no ratificado, de que en junio se abriría, por iniciativa colombiana, la frontera. No son las bravuconadas de Maduro acusando a Duque, Uribe o al gobierno colombiano, de servir de peones a los intereses norteamericanos.
Aunque esos burdos insultos, correspondidos por parte del gobierno de Colombia, arropado en la legalidad internacional, parecen haberse atenuado desde que una vez más se abriera la posibilidad del diálogo entre Maduro, un autocrático gobernante, y la oposición liderada por Guaidó, un presidente sin poder y sin cuerpo que presidir. En eso estaría jugando un papel el viraje exterior de los Estados Unidos hacia la negociación, aunque no haya dejado de reconocer a Guaidó el reciente cambio del órgano electoral y la persistencia de la crisis económica y social.
Es todo un acontecimiento paradójico que haya una organización armada colombiana, de izquierda radical, que matara a más de una decena de soldados venezolanos y actualmente tenga a ocho más secuestrados, exhibidos en videos – hay que conocer el pasado de Venezuela y cómo la ha marcado el estamento y la cultura militar para inferir el impacto del hecho, y su grado de humillación, en el hermano país-.
Los rebeldes, levantados contra el gobierno de Colombia, acusan al gobierno de izquierda de Maduro de perseguirlos y tener una alianza con la otra disidencia de las Farc, encabezada por Iván Márquez y Jesús Santrich, exnegociadores del acuerdo de paz de La Habana.
Para cerrar el capítulo, todas las noticias provenientes de Venezuela indican que Santrich, un sucreño dogmático de atípica personalidad, cuyo verdadero nombre es Seuxis Pausias Hernández Solarte, estaría muerto, pero no ha aparecido el cadáver, no se sabe dónde fue ultimado, por qué autores, si hubo otros muertos, heridos o desaparecidos. En lo único en que coinciden es en que el muerto es Santrich y que murió el pasado lunes.
Fue el ejército de Colombia en territorio venezolano, como dicen los compañeros de disidencia de la autollamada Farc Nueva Marquetalia; fueron mercenarios caza recompensas de jugosos fajos ofrecidos por Estados Unidos y Colombia; fueron las disidencias de las Farc de Gentil Duarte, o fue la fuerza armada venezolana, por equivocación, o a cambio de la liberación de sus soldados, son varias de las hipótesis de los móviles.
Estaba Santrich en el Perijá venezolano, frente al Cesar, o en Apure, es un dato desconocido. De película el hecho de que en reciente video el disidente hubiera amenazado de muerte al presidente Duque y ofrecido reactivar el Bloque Caribe, en particular el frente Martín Caballero, cuando los expertos coincidían en que la fuerza militar de su disidencia con Márquez era inversamente proporcional a su capacidad de echar discursos ante los medios visuales.
Ojalá el hecho sirva a la implementación del acuerdo de paz, llamado que ayer hizo el gobierno de Biden, a la paz nacional y de nuestra región, amenazada de alteración por los excomandantes costeños de las Farc, Márquez y Santrich.