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Nostalgia por el presente

Calistenia: Con partido de mañana solo veteranos matutinos o amanecidos clandestinos logran conectarse con emoción etílica previo al encuentro, que empezó con el equipo llegando tarde al estadio y calentando menos del tiempo estipulado. En Colombia, cuando juega la selección la Ley Seca no se cumple, por mucha elección presidencial que haya al día siguiente; después de todo, ¿qué diferencia hace votar enguayabados si cuando juega la selección la familia se reúne y los amigos tienen una excusa para verse alrededor del sentimiento patrio que aflora como emoción de papaya para propagandas y comerciales? Niños con peinados mohicanos pretenden replicar a escala a los jugadores, las calles quedan repletas de camisetas amarillas chimbiadas donde no falta la de Falcao. Me encanta escribir antecitos de cuando juega la selección porque todo queda en silencio, solo suenan trompetas nerviosas compradas a rebuscadores de temporada que amortiguan cifras nacionales de ingresos per cápita y desempleo.
Primer tiempo: ¡Gol de Colombia! Cornetas, pitos, gritos, llamadas para comentar lo bien que está jugando la selección que este año si va para grandes cosas en el mundial. Aficionadas gritando a la pantalla, con esa vocecita que uno reconoce de otros escenarios: “Vamos, vamos, dale, dale. Así-así”. Y salticos y aplausos y sudor. Al Final del primer tiempo, pirotecnia y “vamos pa’ l segundo”.
Intermedio: Cuando la selección juega todo el mundo sabe de futbol. Colombia es el tercer país con más hinchas en el mundial. La política es totalmente irrelevante en este momento. Las calles se atestan de optimistas que aprovechan para ir de A a B, con objeto de X, viendo a través de las puertas y las ventanas abiertas de las casas, cuadro a cuadro, los comerciales; mientras manejan a toda velocidad esperando no chocar con otro que ande en las mismas en una esquina, antes de que empiece el segundo tiempo.
Segundo tiempo: Cornetas orgullosas, pitos felices. Las estadísticas de los comentaristas. Aplausos, angustia. ¡Gol de Colombia! De Teo, euforia. “Vamos pa’l tercero”. Otro gol ¡Golazo! Bien James. Decadencia máxima del imperio griego: tres a cero ante Colombia. Pobre Platón. Se prendió el pueblo: acordeones, caravana, licor. Ruido de campañas presidenciales. Plata política para celebrar el triunfo. Sacúdete en tu cripta Platón.
Tiempo extra: Al día siguiente los hinchas votaron. La ebriedad de la noche anterior engendró riñas a picos de botella, que decoraron con vidrios y charcos de sangre el pavimento vomitado, y mantuvieron las centrales de urgencias repletas. La quincena se gastó, se llegó amanecido a la casa a pegarle a la señora que luego de ser coitada fue puesta a cocinar, y luego se sufragó. El ganador todos los sabemos ¿Acaso no es este menos indecente que el otro? Hermoso espectáculo ver a un cuervo sacando los ojos a quien antes le dio de comer, obedeciendo al llamado de su naturaleza.

Por Jarol Ferreira Acosta

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