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¿Nos quedó grande el sistema de salud?

Definitivamente Colombia es un país muy particular donde hay problemas que siguen día a día; pasan los gobiernos, cambian los ministros y las situaciones se agravan o se agudizan. Es lo que ha sucedido con el Sistema de Salud que tenemos.

Todos los días los noticieros de televisión muestran a cientos de personas a las cuales se les niega la atención; otras se mueren en el famoso paseo de la muerte; y no pasa un mes en que no salga a la palestra un caso de corrupción aquí o allá. Ayer fue Saludcoop, luego Cafesalud y ahora Medimas, entre otras. Es una situación de nunca acabar.

En primer lugar, tenemos que advertir que no existe el sistema de salud perfecto. En ningún país del mundo, inclusive para consuelo de muchos el sistema de los Estados Unidos, que es absolutamente individualista, también presenta serios problemas de financiamiento, atención y asistencia a los más pobres. Si, allá también hay pobres y no tienen acceso a la salud.

En aras de la verdad hay que decir que antes de la Ley 100 de 1993, expedida en el gobierno el presidente Cesar Gaviria Trujillo, el sistema también tenía muchos problemas: había un oligopolio público, lleno de corrupción y clientelismo. Recordemos los problemas del Seguro Social, de Canajal, de la mayoría de los hospitales públicos, etc. Y un servicio particular que funcionaba para quienes pudieran pagarlo.

La Ley 100 estableció un sistema mixto bien interesante, que permitió aumentar de manera sustancial la cobertura; creció también la financiación. Hubo avances, no los podemos desconocer; pero sobrevinieron los problemas administrativos: yo no te pago, hasta cuando no me pague el que a mí me debe; extorsiones, sobornos, sobrecostos, etc. Además, las IPS apuestan a no atender; corrupción, las mafias en contratos, en el mercado de medicamentos, que todos conocemos y que también las hay acá en Valledupar y el Cesar.

Gobiernos van, gobiernos vienen, ministros llegan y ministros pasan, y el problema se crece; así la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General, la Defensoría y hasta las Personerías, digan y anuncien y -en el fondo- no pasa nada. El problema sigue de mal en peor.

Y no hay derecho. Los empleadores, trabajadores y pensionados colombianos pagan por tener derecho a unos mínimos servicios de salud; además el Estado aporta billones en subsidios y el sistema está financiado, de manera acorde con nuestro desarrollo económico, claro. Nadie dice que tengamos el sistema de Suiza, Noruega o Dinamarca. Estamos en Cundinamarca.

Pero ya es hora de reformar a fondo y con transparencia el Sistema General de Seguridad Social en Salud, poner control a los oligopolios que se han formado y que se quedan con la plata del sistema y no le paga a los prestadores y remuneran mal y tarde a los médicos y demás empleados; atienden mal a los pacientes y dejan morir a más de uno, cuando con una atención oportuna se podrían salvar muchas vidas.

Colombia tiene como establecer un sistema de salud serio, eficiente y transparente. Ha faltado voluntad política para frenar los intereses de unos pocos, que hoy se enriquecen a costa del dolor de las mayorías y del trabajo de médicos y paramédicos, que se han dejado fregar con el actual sistema. Qué más importante que la salud para el próximo Congreso que se elija y – claro- para el próximo gobierno. Este problema debería ser el primero en la agenda de todos.

Por Carlos Alberto Maestre

 

 

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