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Nos cuesta ser solidarios

Aunque nuestro seleccionado de fútbol ya quedó por fuera del mundial 2014, aún no paran los elogios y congratulaciones por la excelente participación de nuestro equipo en dicho certamen; de hecho ha sido histórico el apoyo que ha recibido el grupo de jugadores y cuerpo técnico por parte de millones de Colombianos, mostrando un gran apego patriótico y un gesto solidario único alrededor del papel que desempeñó el combinado nacional.

Pero de todo esto, la lectura que hoy podemos hacer es que está demostrado que los colombianos no somos solidarios para todo, creo que más bien prima nuestro comportamiento egoísta ante que ser solidarios que es lo que debería primar por nuestra misma condición humana y he ahí la contradicción en la que vivimos.

Para nadie es un secreto que el entorno y las circunstancias socio-económicas en las que nos movemos favorecen más una actitud proclive al individualismo, al egoísmo y a la supervivencia, lo que nos aleja cada vez más de los problemas que en realidad afectan a la sociedad y a refugiarnos en una zona de confort donde prevalecen los intereses particulares, los favores y los privilegios en determinadas élites; mientras la desigualdad entre los seres humanos, regiones y países se hace cada día más creciente, pero lo paradójico es que en nuestro caso, el Estado Social de Derecho que tenemos supone acciones para mitigar esta disparidad; es más, uno de los cuatro presupuestos en los que se sustenta el Estado Colombiano de acuerdo con el artículo 1º de la Carta Política, es precisamente la “solidaridad” además de la dignidad humana, el trabajo y la prevalencia del interés general.

Dicho sea de paso, la Corte Constitucional al hacer una interpretación de este precepto fue más allá y dijo que este presupuesto es al mismo tiempo un principio fundante, un valor y un deber que atraviesa todo el accionar estatal y el comportamiento de las personas.

Luego, no se explica por qué vivimos la solidaridad de manera fraccionada y acomodada como si este llamado fuese temporal: Unas veces somos solidarios porque queremos aumento de salario, otras porque queremos seguridad en la ciudad, otras porque las lluvias han provocado inundaciones, es decir, hay motivaciones diversas, pero de lo que no se puede perder de vista es que se es solidario por altruismo, porque somos seres sensibles y tenemos algo de compasión por los más vulnerables; pero nunca nuestra acción solidaria puede anteponerse ante intereses personales lucrativos o como lo dijera el economista Jordi Cussó Porredón, “hay la necesidad de entender la solidaridad no tanto como una idea capaz de atraer esporádicamente la atención, en función de la sensibilidad puntualmente mostrada hacia la tragedia, sino como un estilo de vida asentado en el convencimiento de que sólo así es posible dignificar el papel que ocupamos en un mundo de injusticias, en el que nuestra participación, por modesta que sea, siempre será indispensable”.

Ahora, si en nuestro país nos convocara la tragedia de la pobreza en la que viven centenares de familias a lo largo y ancho del territorio nacional y la injusticia social generalizada, de la misma manera que lo hicimos detrás del fervor que nos contagió la Selección Colombia, seguramente haríamos más por nuestro país y por nuestros compatriotas, incluso pensaría que se nos abonarían esas buenas obras en el cielo; pero la verdad sea dicha, aún nos cuesta ser solidarios.

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Carlos Guillermo Ramirez: