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Nobel a la persistencia y a la grandeza

El Premio Nobel de la Paz otorgado al presidente de los colombianos, Juan Manuel Santos Calderón, además de ser un premio a sus esfuerzos para sacar adelante el proceso de paz con las Farc -y sobre todo en este momento tan difícil del mismo- es un premio a la persistencia y su grandeza como estadista.

Juan Manuel Santos la tenía fácil como Presidente. Heredaba un país con una economía boyante, con unas Farc arrinconadas y lo que tenía que hacer era continuar la arremetida hasta que algún día –quizás- se rindieran y aceptaran las condiciones que el Estado le impusiera a estas. Sin embargo, Santos optó por lo contrario: traicionó su base de apoyo original, se volvió más hacia el centro del espectro político y le apostó a sacar adelante el proceso con las Farc. Se la jugó con todo su capital político y su lugar en la historia. Al principio iba a ser un tema que se iba a medir “en meses”, pero pronto le tocó aceptar que las negociaciones iban para largo y persistir. Persistir, resistir e insistir.

Durante cuatro años el Presidente tuvo varias oportunidades para tirar las cosas a la basura. La más recordada fue cuando las Farc secuestraron al general Rubén Darío Alzate en las selvas del Chocó. En los años del proceso en el gobierno de Pastrana en el Caguán no hubo una cosa similar -quizás la muerte de la Cacica Consuelo Araujo, pero eso no rompió ese proceso -y aun así el proceso continuó. Persistir, resistir e insistir.

Las fallas del presidente en estos cuatro años han sido innumerables. Incluso para sacar adelante el proceso cometió errores estratégicos grandísimos. Muchos dicen que el Plebiscito era innecesario. Pero pocos se pueden quejar que a pesar de la incertidumbre que el triunfo del NO dejó con respecto al proceso con las Farc, la paz con este grupo guerrillero se va a lograr.

Ante el triunfo del NO, otra vez hubiese sido fácil que el Presidente dijera: Esto se acabó, volvamos al conflicto armado más largo y costoso del continente americano. Santos agachó la cabeza, tendió puentes con el uribismo y parece que a pesar del resultado político adverso, va a lograr que la oposición a los Acuerdos de La Habana respalde su más grande apuesta de gobierno, por la que se jugó su lugar en la historia: La paz. El NO sirvió para que Santos, a la larga, se fortalezca en su empeño de lograrla. Su persistencia logró que el uribismo termine negociando a su manera un proceso con las Farc.

El mundo le está dando a Santos el más grande galardón a la que un político puede aspirar. Para eso se necesita ser persistente en lograr la paz entre semejantes y tener grandeza de estadista. Y ambas cosas las ha tenido el sobrino nieto del expresidente Eduardo Santos -otro gran estadista-. ¡Felicitaciones y Pa’ lante Presidente!

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