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“El que no sonríe se vuelve feo, viejo y amargado”

Doscientos ancianos de diferentes barrios de la comuna tres de Valledupar, asisten al comedor de ancianos del barrio La Manuelita donde además de jugar, comer y practican deportes para cuidar su salud.

Matilde Yepez de Ruiz asiste desde hace cuatro años al comedor comunitario del barrio La Manuelita. Esta mujer de 69 años irradia alegría apenas todos la ven y asegura que su secreto está en sonreír, “porque el que no sonríe se vuelve feo, viejo y amargado”.

Esta bella y encantadora mujer se levanta muy temprano para hacer ejercicios, confiesa que camina cuatro kilómetros diarios y su meta es subir hasta donde está Santo Ecce Homo, patrón de los vallenatos.

Además de trotar, también práctica basquetbol y fútbol desde hace ocho años, época durante la cual ha dejado de tomar los quince medicamentos para controlar la hipertensión que, como dice ella, la estaba achacando. “Ahora me siendo rejuvenecida, de las quince pastillas pasé a tomarme dos desde que decidí empezar a hacer ejercicios, también me cuido la alimentación”, contó doña Maty, como es conocida en el sector.

Después de caminar, Matilde se baña, se pone su uniforme de abuelos felices y camina unas cuadras hasta llegar al comedor, lugar donde pasa la mayor parte del tiempo junto a otros ancianos, “acá juego, almuerzo y me divierto, también tengo muchos amigos, es un lugar muy agradable que nos ha servido mucho para mantener nuestra mente ocupada”, confesó.

Al comedor que asiste Matilde, también llegan otros abuelitos que suman en total 200, según Fabián Díaz, coordinador del comedor que pertenece a la Gobernación del Cesar.

Según contó Díaz, este comedor es muy especial, “en este comedor encuentras de todo, hay muchos abuelos cantantes, deportistas, decoradoras, artesanos, tenemos mucha variedad de personalidades, algo que ha vuelto este lugar muy especial”, explicó Fabián, quien añadió además que el buen trato y el respeto es lo que prima en el comedor, volviéndolo acogedor.

Entre los artesanos está Marco Tulio Valencia, un hombre alto, moreno y de voz fuerte que hace con sus manos grandes obras de arte hechas con madera.

A sus 70 años, Marco Tulio no ha borrado de su memoria cómo hacer artesanías en madera y vinilo, arte empírico que aprendió cuando estuvo hace varios años en Arauca. Anteriormente este hombre se dedicaba a la construcción y hoy en día vive de su arte.

Marco vive en el barrio Primero de Mayo, pero llega de lunes a sábados a su cita con sus amigos en el comedor donde juega ajedrez, dominó, parqués y hace su artesanía.

“Gracias a este comedor, muchos abuelos de la tercera edad se benefician de una buena comida, juegos, deporte y recreación”, dijo el coordinador del comedor, quien aseveró que hay ancianos de varios sectores aledaños como el Primero de Mayo, San Martín, El Prado y Siete de Agosto.

 

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