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No sólo es por falta de liderazgo

Algo sobre

Por: José Romero Churio

El presidente Santos, en los primeros meses de su gobierno, normaliza las relaciones diplomáticas con Venezuela y Ecuador, de suma importancia para la economía nacional por el continuo intercambio comercial fronterizo. Con lo cual, cautiva enorme simpatía, incluso de quienes no lo apoyaron en su elección como presidente.
A pesar de la recia oposición del ex presidente Uribe en su contra, el presidente Santos gobierna con alta aceptación, hasta mediados del período gubernamental, cuando el desenlace de la reforma a la justicia, le cambia el panorama; tanto, que algunos congresistas integrantes de la Unidad Nacional que lo respalda, le  encaran, querer salir incólume del escándalo  provocado por la inclusión de micos a la controvertida reforma, que permitían la libertad de políticos y altos funcionarios encarcelados por presuntas conductas punibles.
Este vergonzoso episodio, ampliamente censurado en los medios, fue el detonante para que en los últimos sondeos de opinión,  bajara la popularidad del presidente Santos, a un nivel  que lo ha puesto a visitar ciudades capitales y otras poblaciones de diferentes regiones del país, en procura de mejorar su deteriorada imagen, pero de poco o nada le ha valido la correría para contrarrestar el desencanto popular, ni siquiera su vitrinazo con los ocho medallistas olímpicos.

Además, editoriales periodísticos, tanto nacionales como  provinciales, cuestionan los resultados de las iniciativas del presidente Santos, en vista de que son más negativos que positivos; por ejemplo, hay notable inconformidad con la reforma del sistema general  de regalías,  ya que disminuye la inversión para el desarrollo y bienestar de las regiones mineras.

La denuncia e intervención de  SaludCoop ?la EPS con mayor numero de afiliados? por su mal uso del dinero destinado a la salud, algo  nunca visto a un presidente del país, genera la esperanza de que por fin la salud tendría una adecuada atención, pero todo fue falsa expectativa; pues, el sector de la salud hoy se encuentra peor que antes de la reforma, que el presidente Santos y el Congreso le hicieron a la ley 100.

Con su iniciativa bandera, la  restitución de tierras a desplazados, que defiende a capa y espada, tiene miles dificultades. Al respecto, sería injusto ignorar que al presidente Santos, le ha tocado desafiar la sumatoria de  problemas muy complejos,  en cuya difícil solución se desprestigian los presidentes de nuestro país, por los múltiples intereses particulares que obstaculizan las voluntades y ambientes para resolverlos.

Por lo mismo, ningún presidente, ha podido poner fin al conflicto armado interno qué, sin embargo, se vio muy menguado durante los ocho años  de los dos gobiernos de Uribe. Ahora, su resurgimiento, sorprende y preocupa, en razón a que el presupuesto para la fuerza pública y también sus miembros han aumentado ostensiblemente. Paradoja, que a la ligera se puede  considerar como falta de liderazgo en el presidente Santos.

Si reflexionamos y recordamos, el deterioro actual de la seguridad, no es sólo por falta de líder, sino que cuando gobernaba Uribe, a lo que más le temían la guerrilla y la delincuencia común, era al paramilitarismo con su invisible red de informantes.
Como salvaguarda, la guerrilla, sin dejar de actuar, se refugia en países vecinos y en las  grandes ciudades del país. Mientras tanto, por presión internacional y la valerosa actuación de la Corte suprema de Justicia, el paramilitarismo es desmantelado; tan es así, que varios de sus comandantes fueron extraditados por Uribe, otros están encarcelados en el país y algunos de ellos han muerto asesinados.
Quedando los paramilitares que fungen de personas prestantesy aquellos convertidos en ‘bacrim’, hoy aliados con la guerrilla en el narcotráfico, tan solidarios, que a menudo, entre ambos, cometen acciones desestabilizadoras de la gobernabilidad del país.

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