Todo proceso obedece a unos momentos y facetas muy puntuales, desde su planificación hasta su ejecución deben cumplir unos tiempos pertinentes para el logro exitoso de sus objetivos. Esta máxima tal parece que no se ha tenido en cuenta en su totalidad por parte de los organizadores de la denominada ‘Gran Movilización Nacional’, programada para este miércoles 7 de junio.
Una cosa eran las circunstancias del país en el momento que se decidió convocar de nuevo al pueblo colombiano, o por lo menos a un sector, para marchar en señal de respaldo a las reformas sociales del gobierno del presidente Petro y una muy distinta es lo que se vive en la actualidad, donde diversos y polémicos episodios impiden que los debates en el Congreso de la República se desarrollen en un buen ambiente o no con la mejor dinámica esperada.
Además, qué sentido tendría marchar en los actuales momentos para respaldar algo que no estaría en discusión debido a que el presidente de la Cámara de Representantes, David Racero, decidió suspender desde el pasado lunes los trámites de las reformas, precisamente por considerar que no era el momento para seguir con ese proceso en razón a los diferentes escándalos suscitados recientemente.
Ese solo detalle era suficiente para replantear las cosas frente a dicha movilización, pero también debió ser tema de análisis los malos resultados obtenidos por el presidente Petro en la reciente encuesta de Invamer, donde una gran muestra de la población colombiana está mandando señales de inconformidad ante diversas decisiones y aspectos del estilo que ha impuesto el actual gobierno.
Se entiende que la movilización en mención es del orden nacional, no obstante, en las regiones hay unos liderazgos que deben ser capaces de hacer la lectura acertada de lo que está pasando, no solo en el país sino en su propio territorio.
En ese sentido, los líderes de esa marcha en Valledupar debieron sopesar el riesgo que implica persistir con esa movilización en razón a los factores antes mencionados, ellos debieron evaluar para así determinar si marcaban distancia de las directrices nacionales o acataban lo programado, solo así podrían evitar no ser parte de uns eventual desilusión, en especial los que están inmersos en los procesos electorales que están a punto de iniciar campañas de manera oficial.
Esa movilización puede convertirse en un primer termómetro para tomarle el pulso a las corrientes aliadas al gobierno y que quieren conquistar el poder en las regiones.
Una movilización pública implica alterar distintos factores del acontecer normal de una ciudad como Valledupar, por ello esta debería estar muy bien justificada y argumentada sobre propósitos colectivos y viables, lo cual, por lo menos en esta capital, esto no aplicaría en esta ocasión.
Desde lo institucional y pasando por el terreno de lo político, los líderes siempre deben pensar en sus comunidades, en su ciudad y departamento, para lo que suceda en el orden nacional trascienda acá en términos propositivos y no como podría ocurrir en la jornada programada para este miércoles en la que ya los sectores cercanos al presidente Gustavo Petro anunciaron que apoyaran la marcha, cuyo punto de concentración será en la Galería Popular de Valledupar, a partir de las dos de la tarde.
De todas maneras, están dadas las probabilidades tanto para la frustración como para el éxito de esa marcha, pero, aun así, es meritorio un llamado al análisis concienzudo sobre la realidad que está viviendo Colombia en la actualidad y, por ende, repercute en las regiones.
Es un momento histórico que no permite improvisaciones, es ahí donde se requiere el talante y una buena dosis de sindéresis de nuestros líderes regionales.