MI COLUMNA
Por Mary Daza Orozco
Un Chávez valiente y desesperado es la imagen de esta Semana Santa que acaba de pasar. Su oración ante el mundo: “Dame vida, señor”, va a quedar en la memoria de muchos, aun de los que lo han odiado, incluso yo lo he criticado todo el tiempo, pero cuando un ser humano muestra su dolor y su desesperación, por el motivo que sea, ante el mundo o ante uno solo, el deseo de que no sufra, de que esté bien, aflora en el corazón.
Así dijo el presidente de Venezuela: “Le digo a Dios, si lo que uno vivió y ha vivido no ha sido suficiente, sino que me faltaba esto (la enfermedad) bienvenido, pero dame vida, aunque sea vida llameante, dame tu corona de espinas, dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria, no me lleves todavía”.
La triste plegaria da para pensar mucho y es leña para los que sienten el odio irracional por el mandatario para especular, lo único que se ve desprevenidamente es que el mandatario está muy grave y él es consciente de ello, tanto que le ha dado un título más a Nuestros Señor Jesucristo: “Jesús, mi Comandante en Jefe, me salvará”. Eses es el Chávez cotidiano, el folclórico, el arrogante, el prepotente, el locuaz, el adolorido, ¿el que tiene miedo?
Ante este episodio conmovedor he recogido palabras de famosos cuando sabían que sus muertes eran inminentes:
Jesucristo: fueron muchas sus palabras en la hora del dolor, pero escojo la que pronunció en Getsemaní: “Siento en mi alma una tristeza de muerte”(Marcos14, 33-34)
Pablo Picasso: “Beban por mí, beban por mi salud”.
Sigmund Freíd: “Esto es absurdo, esto es absurdo”.
Frank Sinatra: “Estoy Perdiendo”.
Vincent Van Gogh: “La tristeza les durará para siempre”.
Aldous Huxley: “LSD, 100 microgramos intramuscular”.
Harry Houdini: “Estoy cansado de luchar”.
Frederic Chopín: “Ya no más”.
Wiston Churchill: “¡Estoy tan aburrido de todo!”.
Charles Darwin: “No tengo el menor miedo a morir”.
Henry Ford: “Voy a dormir bien esta noche”.
Thomas Edison: “Es muy bonito por allá”.
Steve Jobs: Oh wow, oh wow, oh wow”
George Harrison (Beatle): “Amaos los unos a los otros”.
Juan Pablo II: “Déjenme ir a casa del Padre”.
Diana de Gales: “Dios mío, Dios mío, ¿qué pasa?”
Honorato de Balzac: “Ocho horas con fiebre me habrían dado tiempo para escribir un libro”.
Menéndez Pelayo: “¿Qué pena morir cuando me queda tanto por leer”.
Nerón: “Qué pérdida irreparable para el mundo” (su muerte por supuesto)
Kart Marx: “Las últimas palabras son para los tontos que no han dicho lo suficiente.
Óscar Wilde: “Muero como he vivido: por encima de mis posibilidades.(Lo hizo con una copa de champaña en las manos).
John Lennon: “Me han dado”.
Albert Einstein: “Ya he cumplido mi misión aquí”.
La fuente que he utilizado es el fabuloso libro de Hans Halter, que hace poco salió al mercado, médico alemán que atendió a muchos famosos en sus graves enfermedades. Él dice que la muerte, aunque se esté grave, llega tan inesperadamente, que es imposible preparar las últimas palabras.
Pero volvamos a Chávez, no es que ya lo esté matando, no, son sus palabras y su actitud ante el mundo entero, que conmueven y se harán inolvidables, y cómo un homenaje a él, quiero terminar con las últimas de quien ha sido su inspiración constante:
Simón Bolívar: “Aré en el Mar”, aunque a mí me gusta más una de la Última Proclama: “…No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todosdebéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales…”