La realidad es que un solo día, el 25 de noviembre de cada año, considerado como el Día Internacional de No a la Violencia contra la Mujer, no es suficiente, necesitamos tomar conciencia, sensibilizarnos, tomar posición para disminuir y acabar las diferentes formas de violencia contra la mujer los 364 días restantes.
En Colombia son notorios y reiterados los hechos en los que resultan afectadas en su integridad física, moral y psicológica muchas mujeres. De ahí la razón para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra ellas; ya que eso constituye una violación de sus derechos, es una ofensa a la dignidad humana. La eliminación de todo tipo de violencia contra el sexo femenino es indispensable para su desarrollo individual y social; además de su plena e igualitaria participación en todos los escenarios. Ellas tienen todo el derecho a una vida libre de violencia. Por violencia contra la mujer debe entenderse cualquier acción que le cause muerte, daño, sufrimiento físico, sexual, psicológico o económico, solo por tener la condición de mujer; también se les violenta cuando se les excluye sin razón de espacios que con su formación académica pueden hacer aportes valiosos.
Se acentúa la violencia contra la mujer por hombres que no tienen otra posición que actuar con vileza, incrementándose el machismo. Se dice que a la mujer no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa, pero la violencia contra ellas en Colombia aumenta cada día de diversas formas, se deja entrever en el maltrato que se le da manera soterrada y abierta sin control. Se observa un panorama de impunidad, porque ella resiste y no se resuelve a denunciar penalmente a su agresor.
La violencia a la mujer destruye la igualdad de derechos; nuestra Constitución Política señala que la mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades, pero en la realidad no sucede así, también que la mujer no será sometida a ninguna clase de discriminación.
Muchos hombres, no todos, ven a las mujeres como un objeto que quieren exhibir, algo así como un trofeo y creen que tienen poder y supra-derechos para hacer y deshacer lo que quieran con ellas; un dominio que puede iniciar con un sutil galanteo que la mujer no detecta oportunamente, confundiéndose y creyendo que esto es parte de un paquete amoroso que le llegará.
Ellas con ese “sexto sentido” que poseen para descubrir, son las primeras que debieran identificar la intencionalidad de su amigo, compañero, novio, marido, llamase como sea o quienes las pretendan para detener esa avalancha de violencia que se les aproxima.
Es la circunstancia de más vida la que deben tomar, salirse a tiempo, no tolerar, no permitir hechos que desencadene fatalmente. El primer paso lo deben tomar ellas. ¿Por qué no lo hacen? Mi criterio y recomendación es que tienen que rechazar todo tipo de violencia. La mujer actual y de futuras generaciones no puede permanecer al margen de esta gigantesca civilización sin ser beneficiadas. Mujer, no mereces un feliz día, mereces una feliz vida.
El amor a ellas no se les debe dirigir con halagos, tiene que estar acompañado con el respeto. Ante el primer asomo de violencia la mujer que se considere afectada debe denunciar ante los organismos de justicia; legislación protectora para ellas existe, como la Ley 1257 que originó el movimiento MIRA para sensibilizar, prevenir y sancionar formas de violencia y discriminación contra las mujeres.
Ellas, más que piropos ridículos, ramos de rosas rojas, serenatas, perfumes… hoy día necesitan ser respetadas, valoradas y comprendidas; ser tratadas como vaso frágil, para realizar hombro a hombro con el hombre una odisea.
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