“Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.
Aunque tan elocuente advertencia del célebre político estadounidense, Abraham Lincoln, le cala a la mayoría de nuestra dirigencia y también a su ciudadanía en general. En esta ocasión se la rememoro a Néstor Humberto Martínez Neira, porque a puntas de mentiras trepó a la jefatura de la Fiscalía General de la Nación, la Institución de mayor jerarquía del poder judicial colombiano, que entre sus múltiples funciones de orden constitucional y legal, le corresponde investigar y acusar a los presuntos ejecutores de acciones delictivas.
En Colombia, el Fiscal General es elegido por la Corte Suprema de Justicia de una terna escogida por el Presidente de la República, los tres juristas seleccionados por la máxima autoridad administrativa del gobierno, deben acreditar los requisitos consignados en el artículo 232 de nuestra Constitución Política.
La información publicada por Noticias Uno, suministrada por Jorge Enrique Pizano antes de su muerte, sobre los sobornos de Odebrecht para ganar la licitación de la construcción de la Ruta del Sol II, ha generado enorme indignación en contra de Néstor Humberto Martínez Neira. A tal punto que el presidente Duque y otros altos -funcionarios y exfuncionarios- del país han aceptado la designación de un fiscal ad hoc para la investigación de los sobornos de Odebrecht.
La solución del escándalo de Odebrecht no es apartar a Néstor Humberto Martínez de su investigación, lo fundamental es el clamor general de que debe salir de la Fiscalía, para que se le investigue a fondo su actuación como jefe de la Fiscalía, ya que el pueblo lo supone cómplice de Odebrecht por su vínculo con el Grupo Aval, al cual le ha protegido sus intereses desde cuándo comenzó a ser su asesor jurídico, proceder altamente sospechoso por su silencio sobre la información que le entregó Jorge Pizano (su amigo de mucho tiempo), concerniente a las irregularidades cometidas por Odebrecht.
A veces es conveniente guardar silencio, lo digo por la ligereza del expresidente Ernesto Samper Pizano, quien quiso defender la rectitud de su pariente, mejor se hubiera quedado callado, pues ser familiar del personaje del proceso ocho mil no otorga moralidad, más bien suscita dudas. En modo alguno disculpo al fiscal de marras, hoy señalado como gran embaucador, en razón de que no solo manipuló a su fiel amigo, sino que lo vapuleó y pisoteó, para ocultar la corrupción fraguada por Odebrecht que involucra a Episol, filial de Corficolombiana del Grupo Aval, grandes inversionistas en el proyecto vial 4G de Colombia.
Algunos pensarán que el pariente del expresidente Samper, al descubrir el cuantioso tráfico de coimas, recurrió a su gran amigo con la intención de sacar una buena tajada y ahí se origina la discordia entre dos avispados. Son meras suposiciones, la verdad solo la sabe el fiscal general y no se atreve a revelarla porque sería calumniar a un difunto.
Por José Romero Churio