No hay que buscar el ahogado río arriba. En el caso del Colegio Loperena, monumento nacional que se está cayendo a pedazos, ha pasado mucha agua debajo del puente y aún sigue sin un diagnóstico que determine qué le hace falta, qué requiere mantenimiento y qué plan preventivo se debe implementar para que este símbolo de la educación cesarense permanezca a través del tiempo.
Buena tarea ha hecho el rector del Loperena, que ha llamado la atención de todos los estamentos de la institución y de la Administración Municipal.
Las intenciones de la Alcaldía de Valledupar han sido buenas, a pesar de que dejaron vencer los términos para utilizar los recursos aprobados por el Gobierno Nacional para realizar dichos estudios, para lo cual tienen sus razones, y sin duda alguna el papel del Concejo Municipal ha sido destacado por su preocupación frente al tema, que incluso los llevó ayer a pedirle cuentas al Secretario de Obras del Municipio por la no contratación de los estudios.
Todos los aquí involucrados han actuado con buenas intenciones –ni más faltaba que este medio de comunicación no reconociera dichas acciones-, pero ya es hora de pasar a la acción.
La oportunidad de escuchar las razones que tuvo la Alcaldía para no utilizar los recursos y dejar pasar de una vigencia a otra esta contratación, dio lugar a conocer que los recursos se buscarán nuevamente en Bogotá y si no se consiguen, saldrán de las arcas del Municipio.
En ese sentido, EL PILÓN hace una invitación a todas las partes en mención a que todos trabajen para el mismo equipo, sin más discusiones, ni disertaciones, sino en procura de ser eficientes y eficaces con las soluciones que requiere este monumento nacional, que sigue imponente en el corazón de Valledupar.
El rector del Loperena, el docente y experto en calidad educativa Gonzalo Quiroz, sabe qué se necesita; el secretario de Obras de Valledupar, Jair González, así como los concejales, deben cooperar para que este diagnóstico sea una realidad este semestre, para de ahí salir a buscar los recursos para realizar dichas adecuaciones, reparaciones o mantenimientos. Lo importante es no perder el norte del asunto, que es la solución al precario estado de la infraestructura del Colegio, sin matizarlo con asuntos políticos ni de poderes.
Por el bien del Colegio Loperena todos a trabajar el bien de los estudiantes, que son los que finalmente padecen por recibir clases en una institución en mal estado, sin baños adecuados, o se benefician si este se repara y se adecúa como debe ser.