Acaban de cumplirse dos años desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco por sus siglas en inglés, incluyó a la música vallenata en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en Necesidad de Salvaguarda Urgente, sin olvidar que el Ministerio de Cultura había declarado anteriormente el folclor del Magdalena Grande como Patrimonio Cultural de la Nación. Pero nada ha pasado.
Esta última aseveración es de Carlos Llanos Diazgranados, director ejecutivo de la Corporación Clúster de la Cultura y Música Vallenata, integrada por 18 personas, nada menos que el grupo de promotores culturales que gestó, durante cinco años, el Plan Especial de Salvaguarda, que convenció del problema en minutos al Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura y a la Unesco.
Llanos Diazgranados, Rosendo Romero ‘El poeta de Villanueva’, el compositor Adrián Villamizar, Estelita y Santander Duran Escalona, sobrinos de Rafael Calixto, recorrieron cual juglares, municipios del Magdalena, el Cesar y La Guajira, para construir el contundente documento que prendió las alarmas: el Vallenato desaparece.
“A dos años vista, el Estado colombiano no ha respondido a esa responsabilidad a pesar de toda la gestión local, departamental y nacional que ha hecho el Clúster, no ha sido posible que nuestra dirigencia asimile la importancia y dimensión que tiene este proceso”, afirmó Llanos Diazgranados.
Mientras el Clúster buscaba la categoría de Patrimonio ante la Unesco, la organización les estaba enviando la agridulce noticia con una denominación mayor el primero de diciembre de 2015. El presidente Juan Manuel Santos aplaudió y se regó en prosa; en Valledupar los dirigentes departamentales y municipales hicieron lo propio; el país vallenato celebró, la prensa cubrió la noticia y difundió, y por poco se confunde a la declaratoria con un nobel, que más bien fue un jalón de orejas de carácter mayúsculo.
Pero el tiempo fue pasando y el Vallenato ahí, confundido en el género de los músicos de hoy, de tal manera que uno de los peores resultados, según Llanos Diazgranados, es que el ciudadano de a pie no se ha enterado de que la música tradicional quedó atrás. Muy atrás.
Pero, ¿qué es lo que es urgente y por qué?, ¿qué es lo que la gente ignora y lo que los gobiernos no han atendido con sus recursos y gestiones? El Plan Especial de Salvaguarda, PES, elaborado por el Clúster con el acompañamiento del Ministerio de Cultura dice muy claramente:
“Se han identificado cinco grupos de problemas que afectan la salvaguardia de la música vallenata tradicional. Un primer grupo de problemas intrínsecos a la manifestación, se relacionan directamente con los componentes y las funciones sociales descritas anteriormente y que obedecen a fenómenos históricos, sociales, económicos y culturales en los que el PES podrá servir para sembrar entre los pobladores de la región el interés por la salvaguardia y el rescate de la memoria de esta tradición.
Los otros problemas son externos a la manifestación y surgen de situaciones como la falta de una organización sectorial fuerte involucrada en la salvaguardia de la música vallenata tradicional, un contexto regional marcado por el conflicto y una política sectorial cultural desconocedora de la importancia del patrimonio cultural inmaterial. En este mismo sentido podemos señalar el desinterés de las universidades y los medios de comunicación en la investigación académica y musicológica que logren tener un impacto regional o nacional, y la presencia de situaciones económicas precarias en las que viven muchos portadores de la música vallenata tradicional”.
Los problemas que manifiesta el documento PES son, en detalle: La influencia del narcotráfico, el conflicto interno, las hibridaciones del vallenato: la fusión, la adaptación y la combinación, el nuevo vallenato, la “Payola”, pérdida de la intención testimonial de la música vallenata tradicional, la decadencia de la “Piqueria”, prevalencia de unos ritmos y ausencia de otros en las grabaciones y desfiguración de las formas percutivas de la música vallenata tradicional, auge de la comercialización y la masificación a nivel nacional, la falta de criterios comunes en la organización y manejo de los festivales, entre otros.
No existe, hasta ahora, campaña alguna para corregir muchos de esos problemas que señala el documento avalado por el Ministerio de Cultura y la Unesco. De allí la preocupación del Clúster, pues el tiempo transcurre sin que pase nada.
Sin embargo, el PES también dejó establecidas las Medidas de Salvaguarda, que incluyen un grupo de acciones tendientes a garantizar la viabilidad de la manifestación cultural, la promoción y transmisión de conocimientos a través de relatos, investigación, memoria histórica, entre otros. La música vallenata tradicional, así como la cultura que la enmarca, tradición y valores, han sido declarados elemento de integración social, identidad, y riqueza inmaterial de los pueblos.
La cátedra vallenata
El laureado compositor y miembro del Clúster, Santander Durán Escalona, en dialogo con EL PILÓN, hizo referencia a lo que, en la práctica, significa implementar medidas de salvaguardia. El autor de ‘Cantos de vaquería’, ‘Ausencia’, ‘Diosa de la Serranía’, habló de la Cátedra Vallenata, un método pedagógico que consiste en llevar de manera optativa, conocimientos a las escuelas del Cesar, para que, a través de la educación en aulas de clases, se siembre profundamente el saber, y se atienda el llamado de la Unesco. La propuesta fue presentada ante el Gobierno Departamental en el año 2015, y aseguran Durán Escalona y Llanos Diazgranados, que es la hora y no ha sido aprobado.
“Aquí se está perdiendo la identidad cultural de los vallenatos, no solamente como música: la comida, la forma de vestir, el abrazo vallenato, una gran cantidad de cosas que forman parte de nuestro entorno, de nuestra vida diaria, no solamente la música, la música está en un peligro inmenso, pero es todo, nosotros lo propusimos, tenemos el proyecto y profesores de la cátedra, para llegar a colegios desde la primaria hasta el bachillerato, y no le han dado paso. No sé qué están esperando”, puntualizó Durán Escalona.
“La cátedra vallenata y Vallenato al parque, fueron dos proyectos que presentamos en 2015 al Gobierno Departamental. De tal manera que, por tener unos intereses diferentes, no nos lo aprobaron. Y cuando yo dije que presentaría los dos proyectos exactamente iguales, el año entrante, los sacaron de convocatoria”, aseguró Llanos al referirse a la Comisión Departamental de Cultura del mandato de Luis Alberto Monsalvo, gobernador de la época.
El Clúster y muchos otros gestores culturales, ven en los niños y jóvenes el semillero de talentos necesario para salvaguardar la tradición, pero las medidas no han sido tomadas, pues hasta el momento, solo algunos académicos y un número no menos importante de niños y jóvenes espontáneos, está interesado en aprender de la tradición, principalmente por el afán de participar en festivales.
Lo que dice el poeta
Hablar de Vallenato, música tradicional que está a punto de obtener su siguiente logro mundial con la inclusión del vocablo en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es un asunto delicado. Hay que consultarle a los que no solo han escrito las canciones más hermosas de la manifestación cultural, sino que, además, han investigado a fondo qué, dónde, cómo, cuándo y por qué. Rosendo Romero Ospino, compositor villanuevero, de la Dinastía de músicos guajiros los Romero, fue uno de los diseñadores del PES.
‘El poeta de Villanueva’ aseguró: “Para mí las cuatro estrategias que se diseñaron para la conservación de la música vallenata no se están llevando a cabo porque todavía estamos a la espera de la escuela de formación de música vallenata. Yo siempre he dicho que, así como cuando la indígena ve que su hija se está volviendo mujer le enseña a tejer la mochila, nosotros debemos enseñarles a los músicos jóvenes cuál es la estructura del son, merengue, paseo y puya, para que de esa manera las nuevas generaciones aprendan los saberes y eso no está pasando.
Necesitamos un centro de acopio, un museo que nos permita tener a disposición toda la información, literatura, litografía, cine, música, porque si no tenemos un centro, dónde van a consultar las nuevas generaciones su pasado musical, es la única forma. Las gobernaciones del Cesar, Magdalena y La Guajira deben pararle bolas a eso. Hay mucho tilín tilín y nada de paletas…tenemos un patrimonio que es un bien común, que en este momento es mundial y por lo tanto se deben llevar las estrategias para conservarlo, hay que trabajar en el sentido de la promoción y difusión de la música vallenata”.
Lo dicen los maestros. Los músicos siguen grabando, presentándose en tarimas de Colombia y otros países, sin que se dé un mensaje claro de qué es el Vallenato en realidad, y la comunidad consume el producto terminado, lo difunde, lo vive y lo expresa como identidad, entonces la raíz va muriendo. “Nosotros lo que planteamos fue la identidad del Magdalena Grande. Nos queda pedirles muy respetuosamente al Estado colombiano, en todos sus niveles, que revisen la importancia que tiene este proceso del Patrimonio cultural de la música vallenata tradicional, como una variable determinante y transversal en todo proceso de desarrollo. Que a la hora de presupuestar no marginen a la cultura, al contrario, la fortalezcan”, agregó Carlos Llanos Diazgranados.
Una sola golondrina
Entiéndase por Vallenato, toda aquella manifestación cultural originaria del Valle de Upar, territorio y contexto social, incluyendo por supuesto, su música mestiza que hoy, sin imaginárselo ninguno, llega a Rusia, países árabes, Australia y cada rincón del continente americano. Punto a favor, pero es esa difusión masiva que, aunque celebramos, plantea una situación adversa pues se está masificando un “mensaje errado que debe corregirse. Por lo menos Jorge Celedón está haciendo un trabajo cercano al necesario”, concluyó el Director del Clúster.
Hace aproximadamente un año, se llevó a cabo una presentación en el Líbano, exactamente en Beirut, su capital; los cuatro aires de la música tradicional vallenata sonaron en todo su esplendor y majestuosidad. El Rey de reyes tercera generación, Hugo Carlos Granados, acompañado de caja y guacharaca, tocó ante dignatarios de ese país. Antes de eso, había estado en el Time Square de Nueva York, atrayendo a gente de todos lados que de inmediato identificaron a Colombia.
“Cuando Hugo Carlos estaba en Dubai, en los 45 años de los Emiratos Árabes, la gente no entendía qué decía porque no hablaban español, los atrajo el acordeón”, expresó Adela Gómez Covilla, esposa del Rey vallenato y presidenta de la Fundación Dinastías, Juglares y Reyes Vallenatos. “Yo lo que creo es que con esta declaratoria de la Unesco no ha pasado nada”, agregó Hugo Carlos, hijo del maestro Ovidio. El juglar, único con todas las coronas del Festival de la Leyenda Vallenata, ha recorrido lugares apartados del mundo tocando las puertas del Ministerio de Cultura y la Cancillería Colombiana, que se le han abierto por fortuna, pero no ha sido suficiente, asegura.
“A quién le pertenece inicialmente: Gobernación del Cesar, Alcaldía de Valledupar, remitirse, buscar conexión con el Ministerio de Cultura y adelantar programaciones en defensa del Vallenato Patrimonio Inmaterial. No se ha visto ninguna actividad a parte de la Festival de la Leyenda Vallenata, además de nosotros, porque hemos visto esa falencia. Con todo respeto, la Fundación Festival solo se encarga del festival y más nada, pero entonces queda una cantidad de juglares sueltos, que nadie hace siquiera esfuerzo por invitarlos…”, acotó Granados, Rey de reyes 2007.
Hay mucha nota que tocar para analizar el tema. El Vallenato aparece en el diccionario de la RAE en estos días de diciembre, así como ocurrió con la Unesco en 2015. Ya no se confundirá más con el hijo de la ballena, pero, ¿qué más se ha hecho o se puede hacer desde la misma Capital mundial del Vallenato para que no desaparezca la manifestación?
El Plan Especial de Salvaguarda, elaborado por compositores e investigadores del Clúster de la Música Vallenata, fue el documento decisivo para la declaratoria de la Unesco, pero la manifestación cultural sigue en peligro, según los autores del PES.
“Necesitamos un centro de acopio, un museo que nos permita tener a disposición toda la información, literatura, litografía, cine, música, porque si no tenemos un centro, dónde van a consultar las nuevas generaciones su pasado musical, es la única forma. Las gobernaciones del Cesar, Magdalena y La Guajira deben pararle bolas a eso. Hay mucho tilín tilín y nada de paletas”
Por Andrés Llamas Nova
andresvpar@gmail.com