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Eso no es honesto, Monseñor

La Conferencia Episcopal de Colombia emitió el 17 de agosto un comunicado en el que dice que “[a]nte comentarios que se han difundido en y por algunos medios de comunicación social del país, donde se insinúa o se da por hecho que la Iglesia Católica está a favor del Sí en el plebiscito […] la Conferencia Episcopal aclara que […] de ninguna manera induce a los colombianos a votar por el Sí o por el No. Por tal motivo, la Iglesia Católica agradece a los medios de comunicación y demás agentes generadores de opinión pública, evitar cualquier mensaje equívoco que ponga en entredicho la postura clara que el episcopado ha expresado sobre el plebiscito”.

El comunicado pone fin a la controversia: la Iglesia Católica no tiene posición sobre el plebiscito, no ha invitado a votar por el Si, y se limita a exhortar a todos los feligreses “a participar en la consulta sobre los Acuerdos de La Habana, de manera responsable, con un voto informado y a conciencia”.

Un par de días antes monseñor Darío Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, había afirmado que creía “que todo ciudadano honesto dará su voto por el sí a los acuerdos y no solo a los que se hagan con las Farc, también a los que se hagan con el Eln”, dijo.

Monseñor Monsalve ha sido desautorizado por su propia Conferencia. Monseñor no ha expresado sino su opinión. Se que en este caso callarán todos los que siempre se indignan por la “participación política” de los sacerdotes y quienes sostienen que las opiniones de los curas son una ruptura de la separación entre Estado e Iglesia y un ataque al estado laico que, dicen, nace de la Constitución del 91. No estoy de acuerdo. Los sacerdotes son pastores y tienen por tanto no solo el derecho sino el deber de guiar a sus feligreses en asuntos de ética. Y son también ciudadanos y como tales pueden expresar sus opiniones sobre otros temas con tanta libertad como cualquier otro.

Lo que merece reproche es que tache de deshonestos a todos los que van a votar por el No. El voto por el No es tan ético y tan legítimo como el que se emita por el sí. Acaso lo indecoroso y falto de honestidad es confundir a los feligreses y a los electores y abusar de la calidad de obispo para descalificar a quienes no comparten su punto de vista.

Es curioso: en esa misma entrevista Monseñor, refiriéndose a algunos exabruptos manifestados con ocasión de las protestas ciudadanas contra las cartillas del Ministerio de Educación, afirmó que “como sacerdote, como ciudadano y como servidor de la paz rechazo absolutamente ese lenguaje [y que] hay que buscar vencer la perversión del lenguaje y de las actitudes con la bondad del corazón”. Tiene razón el Obispo. El lenguaje insultante y descalificador hay que censurarlo. Lo desafortunado es que él mismo caiga en lo que critica. El burro hablando de orejas.

Por Rafael Nieto Loaiza

 

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