Al lado de la crisis sanitaria mundial, originada por el inefable covid 19, tema sobre el cual sostengo la tesis que se pudo haber manejado distinto, dejándolo confinado a China, Asia, si se hubiera restringido de manera drástica el transporte aéreo desde esa región del mundo, y si la Organización Mundial de la Salud (OMS), hubiera actuado con mayor rapidez; se viene incubando otra pandemia, igual o peor, me refiero a la situación de la economía mundial que entrará en una gran recesión, incomparable con las conocidas hasta ahora.
En efecto, los cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), indican que la caída de la economía mundial podría ser del orden del 3 por ciento del PIB mundial. Yo creo que podría ser mucho mayor. Y en América Latina podría ser del 5,2 por ciento. Estas son las proyecciones, a la fecha. Las cifras podrían ser peores, al igual que sus consecuencias, dependiendo de la magnitud del confinamiento, la caída del petróleo y el efecto dominó de toda esta debacle, ante la cual ha faltado un liderazgo colectivo y solidario.
La globalización de la economía es un proceso que tiene sus ventajas, desde el punto de vista económico: permite abaratar costos, promueve la competencia internacional, y – de alguna u otra manera- favorece a los consumidores, incluyendo a los más pobres. Pero, esa misma globalización, obvio, tiene sus costos, entre ellos el efecto dominó si se cae la economía de un país como China, lo que ese país quiso evitar y por tratar de hacerlo exportó su problema al resto del mundo, se afecta a todos los países que comercian con el gigante asiático. Entre ellos muchos de América Latina, incluyendo Colombia.
Algunos países de Europa, continente muy desunido y disperso en medio de esta crisis, a pesar del terrible número de muertos, como es el caso de Italia, España y Francia, principalmente; no así en Alemania, que le ha dado otro manejo al problema; han decidido no cerrar sus economías y abrir gradualmente algunos sectores productivos, con las medidas sanitarias pertinentes.
Volviendo a las cifras del FMI, la principal pandemia de la economía es el efecto contagio del problema económico. 170 de las naciones socias del FMI, de un total de 189 presentan caídas en sus economías domésticas. La institución ha dispuesto de US$1 billón de pesos para préstamos. Suponemos que buena parte de esos recursos se destinarán a fortalecer los sistemas de salud, ante eventuales rebrotes del mal llamado coronavirus.
Según esas mismas cifras del FMI, Colombia la podría sacar barata, como se dice popularmente, con una contracción del 2,4 por ciento. Ojalá las caídas en los precios del petróleo no nos terminen de hundir más. Pero, de todas formas, nos va un poco mejor que al resto de América Latina, donde el panorama es tétrico: en el caso de Ecuador puede ser del 6 por ciento, Argentina 5,7, Brasil 5,3 %, Chile y Perú con el 4,5 %.
Ese escenario no es gratuito, no se debe a ninguna gracia divina o a ser el país del ‘Sagrado Corazón de Jesús’, sino a que, como lo hemos explicado acá varias veces, el país tiene una buena tradición en materia del manejo de su política monetaria y su política fiscal, a pesar del déficit persistente de los últimos años.
Hay que reconocer que el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República, han enviado señales claras y oportunas, en el sentido de que el país cuenta con munición para afrontar esta difícil coyuntura. Creo que es posible y necesario, equilibrar el cuidado de la salud de los sectores más vulnerables de la población ante el covid, con la imperiosa necesidad de abrir gradualmente la economía por sectores, y evitar agravar esa otra pandemia, la de la economía, que podría exponer a morir de hambre a miles de colombianos que no tienen un ingreso fijo y que viven del rebusque.
Es el momento de buscar, en el arsenal teórico del maestro Keynes, instrumentos para estimular la economía interna y darle una mano, oportuna y solidaria, a millones de personas que hoy sobreviven día a día y a quienes, insisto, de no matarlos el covid, con toda seguridad si los matará el hambre; este último virus es más agresivo.