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No estamos llevaos (V)

En mi columna anterior dije, que yo recuerde, existían los colegios privados El Carmen, El Cervantes, La Parroquial y olvidé al profesor González con El Nariño y a la escuela más antigua de Valledupar que es la pública que funciona en la 14 con cuarta. Hoy vamos a ver como en forma prodigiosa creció esto y llegaron César Mendoza con el Ateneo El Rosario, Lucas Cotes con el Divino Niño, Molina Sánchez con el Sagrado Corazón, Pedro Daza con el Gimnasio Moderno, el Santa Fe de la familia Larrazábal Parodi, el Colombo Inglés de Míster Watson, el Calleja Real de Adán Ramírez, el Domingo Savio, el Pablo Sexto, la Concentración San Joaquín, el Ebenezer, El Carmelo, El Liceo Moderno, La Escuela Militar y muchos otros que se me escapan, en su inmensa mayoría particulares.

Sería injusto si no resaltara la gran labor adelantada por el doctor Jaime Calderón Brugés como director del ICCE, quien tal como lo hizo Alfonso Araujo Cotes en INSFOPAL que le dejó agua a todos los municipios del Cesar y parte de La Guajira, mandó a sus subalternos José Antonio Maya y Carlos Manjarrez a construir aulas que se convirtieron en colegios, tales como el Jesús Sierra Uribe, Carlota Uhía Morón, el Casd en su primera parte, Gloria Lara, Upar, Jesús Suárez de Los Loteros, Casimiro Maestre y otros que ahora no recuerdo y le hizo una costosa inversión al Colegio Loperena, dotándolo de modernos laboratorios y arreglando las deterioradas instalaciones.

Después de eso más nadie le ha metido la mano a esta institución que tanta gloria nos ha dado y donde hoy estudian más de 3 mil alumnos y saca más de 200 bachilleres; hace 65 años eran 150 alumnos y 9 bachilleres. Es mucho lo que se ha avanzado, no estamos llevaos.

A partir de las elecciones populares de alcaldes y gobernadores se comenzaron a construir los llamados megacolegios y también a rendirle honores a nuestros educadores y así nació el Enrique Pupo Martínez, mi profesor de Gramática Castellana, así, con E y no con H, pues su dueño, el profesor Pupo, lo escribía con E y no con H y si es cierto que los nombres propios no tienen ortografía, hay que respetar el querer del dueño y yo no aceptaría que mi nombre lo escribieran con C; el Francisco Molina Sánchez, mi profesor de Inglés y Religión, el Leónidas Acuña, el Milciades Cantillo, el José Eugenio Martínez, César Pompeyo Mendoza, Alfonso Cotes Queruz, Oswaldo Quintana, Andrés Escobar y Antonio Orcasitas. De próceres: Simón Bolívar, Santander, Nariño, Rafael Núñez, Alfonso López y famoso internacionalmente el Nelson Mandela, pero también en señal de agradecimiento por sus buenos servicios cuando gobernaron el departamento y esta capital, el Manuel Germán Cuello, Alfonso Araujo Cotes, José Guillermo Castro, Rodolfo y Alfonso Campo y la siempre recordada Cacica, Consuelo Araujo.

Hace 50 años aquí no había una universidad, hoy, las hay públicas y privadas: la UPC, con 18 mil alumnos y más de 2 mil empleados, la Nariño, Santo Tomás, la recién creada Nacional y la Andina y como caso especial con mención honorífica la Universidad de Santander, quien próximamente egresará sus primeros médicos y sus enfermeras gozan de gran fama en su desempeño como tal, la Udes solamente ha tenido un rector y a él se le debe su creación y buen desarrollo, el doctor Carlos Morón Cuello, que merece junto con su equipo de colaboradores las más sinceras felicitaciones.

Hoy hay otros colegios bilingües, el Bilingüe y el Windsor desde hace rato, pero entre ellos se destaca La Sierra, en donde los alumnos en calendario B en un ambiente bucólico, de aire puro, con cómodas y modernas instalaciones, al lado del río Guatapurí reciben una esmerada educación que los acredita para ingresar a cualquier universidad del país, pues los conocimientos adquiridos son sólidos y actualizados.

Se acabó el espacio, pero insisto que “no estamos llevaos” y por ello en nuestra próxima columna hablaremos del revolcón, ese sí más grande, de la salud y sus establecimientos en el departamento.

José Manuel Aponte Martínez

Categories: Columnista
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