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No estamos “llevaos” (II)

Seguimos pilando para demostrar que El Valle, la ciudad de Los Santos Reyes y Capital Mundial del Vallenato no está “llevá”, como frecuentemente algunos habladores de paja, que no salen de sus casas, lo pregonan en cualquier esquina o tertulia.

Después de las invasiones de los terrenos de La Granja en 1963 o 1964, esta ciudad siguió creciendo a mil y, 15 años después, los invasores o destechados se trasladaron para la orilla del río Guatapurí y nacieron Pescaíto, Zapato en Mano, El Paraíso, Canta Rana —donde vive Omar Geles—, 11 de Noviembre, 9 de Marzo —donde queda la Cancha del Dengue y donde casi pierdo la vida junto a mi hijo José Manuel de escasos 5 años por el ataque de un enjambre de abejas africanas y donde ya es hora de pensar en serio y atenderlos debidamente, pues sus condiciones de vida son precarias y los intentos de desalojo han sido un fracaso—; en donde más demoran en sacarlos y reubicarlos que estar clavados nuevamente en sus casas; tienen servicio de agua y luz, pero no alcantarillado y menos un metro de pavimento, a eso hay que meterle el diente, pues da vergüenza que a 100 metros de la Plaza Alfonso López existan sitios que carecen de muchas comodidades.

Después vino la invasión del Divino Niño —barrio muy grande—, La Nevada, —la populosa Nevada, en donde hay de todo, pero falta mucho, entre ello pavimentar la carrera 41 entre calles 40 y 44 que da vergüenza por su abandono—, le siguen Las Rocas, Los Guasimales, Pimienta, La Victoria, El Manantial, Pupo, Francisco Javier, Campo Romero, Campo Florido, Villa Consuelo, El Galán y el peligroso Singapur; por otro lado el Páramo, Mareigua, El Oasis, El Edén, Oscar Guerra, La Manuelita, Villa Leonor, Villa Jaidith, y al Norte fueron famosas las invasiones Zapato en Mano y Caballo Viejo, hoy bonitos barrios con otros nombres, que todos gozan de buenos servicios y todas las calles pavimentadas, pero paralelo a las invasiones el Instituto de Crédito Territorial —ICT— e Inurbe, también aportaron con el Sicarare, Guatapurí, Los Cocos, Garupal —con 4 etapas— e Iracal y hasta la Curia nos dejó el elegante barrio Villalba; muchos barrios residenciales con Novalito a la cabeza, San Carlos, Los Cortijos, Los Ángeles, Ciudad Jardín, San Joaquín, El Obrero, Alfonso López, La Esperanza, Enrique Pupo, Las Flores, Las Marías y el Simón Bolívar, Los Caciques, Panamá, La Popa, El Cerrito, uno que queda entre los Cortijos y El Amparo que no me he podido acordar el nombre, pero está adornado con “la Heroína”, así llamo yo a María Zuleta Baquero,  la hermana de Emiliano y Poncho, la ciudadela Don Alberto, Azúcar Buena, el Casimiro Raúl, donde vive mi hermana Nicelda, el 5 de Noviembre, Los Mayales, La Candelaria y Villa Castro.

Quizás cuantos nombres se me escapan, pero esos son los más importantes antes de 20 o 25 años atrás, en donde levantada la prohibición absurda que había de no poder construir edificios de más de 4 pisos que estancó el crecimiento de la ciudad, pero que derogada la norma vino lo que yo llamo “El otro Valle” con elegantes unidades residenciales, barrios muy bonitos, centros comerciales y edificios muy altos y cientos de apartamentos, pavimentación completa y todos los servicios, además de múltiples almacenes de cadena y un pocotonón de vainas más que hacen de esta ciudad una de las más rápidamente desarrolladas en este siglo. De ello trataremos en la próxima columna.

Señor alcalde y señor director de Tránsito, por Dios, verifiquen el funcionamiento de los semáforos, que es una locura: 90 segundos en rojo y 10 en verde y eso lo que trae es desesperación y mal genio y vuelve a la ciudad desagradable e inhóspita y definitivamente tendremos que acostumbrarnos a vivir con la basura al cuello, pues no hay forma de erradicar los basureros y los escombros en cualquier parte de la ciudad. 

José Manuel Aponte Martínez

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