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No es verdad, pero lo creo

Gracias a la tecnología que podemos llevar a todas partes, hoy las noticias llegan a cualquier parte. Así, nos enteramos de los principales hechos del día sucedidos en el mundo. A diario, nos ahogan, por decirlo de alguna manera, un mar de noticias e información, reales y falsas, estas últimas conocidas como “fake news”, noticias falsas que pueden resultar muy nocivas, pues son capaces de alterar nuestros comportamientos e influir en nuestras decisiones, colocándonos en situaciones de riesgo.

Aunque se trata de un fenómeno que viene desde hace mucho tiempo, hoy, las noticias falsas nos lleva a reflexionar que estamos en un mundo en crisis, al que cada vez le cuesta más distinguir lo falso de lo verdadero. Se dice que no hay conocimiento que no tenga narración y que en toda narración hay mentiras, más o menos escondidas. Igual se dice que los seres humanos estamos constituidos de esta forma, que somos máquinas tiernamente imperfectas que para funcionar necesitan agua y luz, movimiento y reposo, de muchas historias y de muchas mentiras.

Sin embargo, no son solo los escritores los que mienten en los cuentos y para desgracia de todos  no solo existen mentiras inocuas o para entretenernos, pues también hay mentiras bastante peligrosas, de las cuales hay que aprender a defenderse, porque son mentiras que tienen la capacidad de generar odio y animadversión hasta el punto de desencadenar verdaderas polarizaciones y guerras.

Todos nos hemos topado alguna vez con este tipo de noticias falsas, inventadas por algún resentido social, o por algún ocioso de forma graciosa o hasta de forma maquiavélica, las cuales las ponen a circular como verdaderas, engañando al incauto glotón de información en la red, seduciendo al ignorante, al crédulo de primera, al flojo que no se toma la molestia de corroborar la información de primera mano con otras fuentes, al que solo espera una cerilla en su corazón húmedo de gasolina para incendiarse e incendiar a través de sus redes a otros que lo siguen porque simplemente creen en él y nada más y así se replica y se reenvía de forma irresponsable manteniendo la máscara de la falsedad, logrando llegar a un gran número de espectadores en muy poco tiempo.

Tal vez, somos pocos los que nos tomamos la tarea de no tragar en seco, como decimos coloquialmente, que nos tomamos el trabajo de corroborar y confirmar lo que nos llega a través de las redes sociales; basta utilizar los instrumentos que tenemos de igual forma a nuestro alcance para desenmascarar esas falsedades. Si bien es cierto que la tecnología nos brinda en un solo clic todo lo que queremos saber, también es cierto que depende de nosotros permitir que aquello que queremos saber sea verdadero y hasta el momento solo depende de nosotros filtrar tales informaciones.

Las falsas noticias solo contribuyen a alimentar el odio y agrandar más la polarización que vivimos día a día en la sociedad, creer en ellas sin corroborar como si fueran verdaderas no hacen sino volvernos más violentos y vulgares y por ello, reitero, depende de nosotros aceptar las verdaderas y rechazar las falsas. Si una noticia nos llama la atención, investiguemos, qué nos cuesta. La misma web nos ofrece la posibilidad de comparar la noticia en varios sitios, así mismo, nos ayuda mucho a aislar los hechos de los comentarios.

Desafortunadamente, a veces, nos detenemos a leer artículos que no buscan informar sino por el contrario, desinformar, buscan dividir, crear caos, estupor, indignar, causar pánico, por eso, lo importante, amigos míos, es no compartir de manera inmediata una noticia o información de la que no estamos seguros, porque si lo hacemos, quizás, nos convertimos en cómplices de una falsedad cuyas implicaciones no podemos valorar; incluso, quizás debamos comparar la opinión propia con la de los demás para restablecer la verdad, la pertinencia y la utilidad de la información porque de lo contrario al final de los tiempos la red del mundo se disolverá en una inmensa mentira humeante.    

Por Jairo Mejía.

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