La crisis del agua y la energía no se limita a Bogotá, sino que afecta a todo el país; la gestión y planeación eficaz de nuestros recursos naturales es un desafío que concierne a todos los ciudadanos. En Colombia, la crisis del agua y la energía ha puesto de manifiesto la importancia de una planificación sostenible que garantice la disponibilidad de estos recursos para las generaciones futuras.
El fenómeno de El Niño ha exacerbado la escasez de agua en todo el país, lo que nos obliga a repensar la forma en que gestionamos este recurso vital. La dependencia del agua de nuestras hidroeléctricas, especialmente durante años de sequía, resalta la necesidad de diversificar nuestras fuentes energéticas y adoptar medidas de ahorro y uso eficiente de la energía.
La falta de lluvias también afecta la disponibilidad de agua para consumo humano, agricultura e industria, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria y el desarrollo económico. Es fundamental que cada ciudadano asuma su responsabilidad en el uso racional del agua y la energía, mediante prácticas cotidianas de conservación y eficiencia.
Por otro lado, la deforestación y las malas prácticas en regiones como la Sierra Nevada de Santa Marta es un ejemplo claro de cómo nuestras acciones individuales impactan en el medio ambiente. La poca responsabilidad ambiental motivada por intereses económicos a corto plazo, contribuye a la disminución de las fuentes hídricas y la degradación de los ecosistemas.
Para enfrentar estos desafíos, es necesario que los ciudadanos participen activamente en la formulación e implementación de políticas públicas orientadas a la gestión sostenible de los recursos naturales. Esto implica educar y sensibilizar a la población sobre la importancia de conservar el agua y la energía, así como promover prácticas agrícolas y forestales sostenibles.
Además del compromiso individual, es crucial que los políticos y gobernantes asuman su responsabilidad en la gestión sostenible de los recursos naturales. Ellos tienen el deber de desarrollar políticas públicas que promuevan el uso eficiente del agua y la energía, así como de garantizar la protección de los ecosistemas vulnerables. Esto incluye la implementación de medidas para reducir la deforestación, fomentar la reforestación y restauración de áreas degradadas, y promover el uso de energías limpias y renovables.
Los líderes políticos deben actuar con visión a largo plazo, priorizando el bienestar de la sociedad y el cuidado del medio ambiente por encima de intereses particulares o cortoplacistas. Su compromiso es fundamental para asegurar un futuro sostenible para todos los colombianos.
Por: Alfredo Jones Sánchez – @alfredojonessan