X

“No dejen que nos rematen a plomo”

En la mente de dos Eutimio están las desgarradoras escenas de los 15 policías muertos hace 11 años en una emboscada de las Farc en la vía al corregimiento de Patillal.

“Esos manes van a regresar, pidan refuerzos, no dejen que nos rematen a plomo”. Fueron las frases que escuchó Eutimio Payares Arias, un labriego de una finca cercana al lugar, en donde minutos antes guerrilleros del frente 59 de las Farc activaron una carga explosiva que mató a 15 uniformados de la Policía Nacional cuando regresaban de unas labores de patrullajes en el corregimiento de Patillal, al norte de Valledupar.

El hombre de barba poblada recuerda con detalles aquella tarde del 1 de agosto de 2005, cuando escuchó un estruendo a 500 metros de la hacienda donde laboraba; pensó que eran truenos que presagiaban un nuevo aguacero. Sin embargo, no se bajó del chinchorro desteñido colgado en las rústicas paredes de bahareque, en donde descansaba después de terminar sus quehaceres como labriego.

Tres minutos más tarde, la curiosidad pudo más que su voluntad de seguir descansando, porque don Eutimio quedó con la inquietud.

“Eso no fue ningún trueno, ¿qué pasaría? incluso, las voces del dolor irrumpieron a la distancia y los perros comenzaron a ladrar”, recuerda.

Los perros jamás habían ladrado de esa forma, vio un humo negro que ascendía hacia el cielo gris que esa tarde fue testigo de uno de los golpes más sangrientos que guerrilleros de las Farc le habían dado a las autoridades del departamento del Cesar.

“Cuando me paré ya se veía el humo, fui hasta el lugar acompañado por ‘Pastor’ y ‘Pinky’, los dos perros que siempre me acompañaban, corrían de un lado para otro como señal de angustia. El camino hacia la carretera estaba mojado por eso me puse las botas pantaneras”, relató.

Don Eutimio jamás se imaginó encontrarse con escenas desgarradoras. Cuerpos mutilados, carne humana pegada en los árboles, un camión destrozado por las llamas y gritos de dolor a lado y lado de la carretera.

“Me dio miedo acercarme porque uno nunca sabe si los van a rematar, algunos gritaban que pidieran refuerzos porque los iban a rematar a plomo, no supe qué hacer, uno queda aturdido ante semejante hecho. Después comenzó a llegar mucha gente y eso se llenó de policías”. Lo recuerda como si hubiese sucedido ayer.

El saldo de los uniformados muertos fue de 15. Un golpe bajo a la Policía Nacional y una cicatriz imborrable para don Eutimio, quien jamás sacará ese día de su mente cuando el olor a quemado en medio de un charco de sangre y gritos de dolor tocó su corazón. Sus lágrimas irrumpieron, se llevó sus dos manos a la cara como queriendo adormecer al terror.

Dolor y amenaza

Don Eutimio no durmió esa noche. No tenía con quien desahogarse ni contar lo que acababa de ver, espero el noticiero de las 7:00 de la noche para comprender más a fondo la realidad.

“El noticiero me aclaró todo lo que había ocurrido, yo nunca vi guerrilleros por aquí o gente extraña, eso fue algo bien planeado. Al día siguiente unos señores de la Sijín llegaron a hacerme unas preguntas, ellos me interrogaban y los noté agresivos, me anotaron mis datos y nunca más volvieron. Los que sí me ‘visitaron’ fue un grupo de hombres armados, me dijeron que si esos tombos llegan a saber algo me mochaban la cabeza, que lo mejor era que me largara lejos de aquí”, lamentó el hombre que ahora tiene 74 años.

Sabía que la advertencia de los desconocidos no era juego, por eso no dudó en comunicarse con el dueño de la hacienda en la que trabajó por más de ocho años, para ponerlo al tanto de la situación. Empacó maletas y viajó a Venezuela para refugiarse en el seno de su familia, en una apartada región de Maracaibo.

“A mí esa gente me amenazó y tuve que irme, 11 años después regresé, aprovechando que hace 15 días abrieron la frontera, en Venezuela trabajé en una finca, pero eso por allá está maluco, se pasa trabajo con la comida y no pagan bien, por eso me regresé, creo que con la desmovilización de las Farc esto va a cambiar, tenía mucho miedo cuando me fui, muchos creían que yo era guerrillero o sapo de la Policía, el hecho de vivir a escasos metros en donde matan a 15 uniformados me costó dejar mi trabajo”, lamentó don Eutimio, mientras se disponía a abordar un vehículo que lo llevaría al lugar que un día abandonó por culpa de la violencia.

Los condenados

Por el acto terrorista, fue condenado a 40 años de prisión un integrante del frente 59 de las Farc, identificado como Efrén Acosta Nieves, quien según las autoridades participó en el atentado terrorista contra el convoy policial, emboscado en un tramo de la carretera entre los corregimientos de La Mina y Patillal, al norte de Valledupar, a la altura del kilómetro tres, donde los cuerpos de los uniformados quedaron esparcidos en el lugar, al ser volado por las cargas explosivas que fueron accionadas mediante el sistema eléctrico.

Por este mismo caso, había sido condenado a 26 años y 7 meses de prisión, Hilver de Jesús Martínez Arias, alias ‘Cristian’, como coautor de los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir agravado, daño en bien ajeno y rebelión.

Los artefactos explosivos fueron enterrados en la misma carretera y al paso del primer camión, un Nissan tipo estaca, donde viajaban los 15 uniformados, fueron accionados dejando cráteres por la onda explosiva, la que además partió en varios pedazos el automotor.

La patrulla policial había terminado la labor de registro e inspección procedente en el corregimiento de Atánquez, cuando se produjo la emboscada subversiva.

Policías muertos

Los uniformados que ofrendaron su vida por la patria fueron: el subintendente, Marlon Escobar Polo, los patrulleros, Jhon Rodríguez Martínez; Oswaldo Silva Teheran, Norberto Romero Viloria, Jaime Ortega Díaz, Leonardo Navarro Cuello, Bladimir Mendoza Siliciano, Héctor Maestre Garzón, Alex Yesid Hoyos Ríos, Neiver Herrera Hernández, Emiro Alfonso Guerra Aviles, Rafael Eugenio Galván Sánchez, Jhonny Durán Gómez, Bennis Díaz Hernández y Farid Bustamante Lengua.

Nibaldo Bustamante/EL PILÓN

 

Categories: Crónica
Periodista: