En nuestro país, la política tradicional se fortaleció con el pacto entre los partidos liberales y conservadores, conocido como Frente Nacional. Fueron 16 años alternándose la presidencia con repartición milimétrica de la administración gubernamental. Cuatro periodos presidenciales fue tiempo suficiente para que la corrupción se entronizara en todos los estamentos oficiales y permeara la empresa privada. Lo más grave es que la dirigencia de la vieja política tradicional, ha ignorado que su abuso del poder genera en el pueblo una enorme indignación que a la postre se le ha convertido en un peligroso bumerang.
Los dirigentes de la política tradicional andan nerviosos porque Gustavo Petro y Sergio Fajardo puntean en las encuestas de intención de voto para la presidencia del país. Tendencia visible en todas sus manifestaciones populares donde son escuchados por una muchedumbre entusiasmada.
El favoritismo por GP y SF es consecuencia de la malversación y despilfarro del erario, que en nuestro país siempre lo han administrado los descendientes de los presidentes, es como si fuera una herencia de los políticos, como en las monarquías y dictaduras.
Lo más grave de esta sucesión del poder gubernamental en nuestro país es el desinterés por el bienestar general, la falta de oportunidades en la masa popular, que si es más pobre menos educación recibe, por ende, será más sometida y le toca votar por los políticos amigos o cómplices de quienes la ayudan a sobrevivir. Para los que pasan hambre y todo tipo de necesidades el voto de opinión es una utopía. La clase media que tiene mayor educación es sometida a través del implacable clientelismo, porque si no vota por los políticos que les indican pierden el empleo. A esto le llaman democracia en nuestro país, el que disienta o no la practique es de ideología izquierdista y señalado como comunista.
Las encuestas del momento pronostican que la elección del nuevo presidente se definirá en la segunda vuelta electoral. De veras, veo a nuestro país en una encrucijada con dos destinos inciertos, que llegar a ellos no sería nada halagüeño, porque en ambos sus máximos líderes tienen el mismo talante y quienes cuestionan sus pensamientos y acciones son sus enemigos; en fin, son radicales. Ellos son Álvaro Uribe Vélez, aunque no es candidato manejará al Presidente si sale elegido el de su partido político. El Otro es Gustavo Petro, elegirlo como presidente del país sería una irresponsabilidad crasa.
Lo único cierto es que la campaña proselitista por la presidencia será tremenda. Sin duda alguna, la dirigencia de la extrema derecha mancomunada con acaudalados empresarios nacionales y de otras latitudes como Estados Unidos y Europa con grandes inversiones en nuestro país, harán todo lo posible para que GP, actualmente con alta preferencia en las encuestas, no logre obtener los votos suficientes que lo lleven a disputar la presidencia.
La crítica situación de Venezuela, provocada por los gobiernos socialistas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, su sucesor, seguirá siendo el principal argumento de los del Centro Democrático y de todos sus aliados, con el propósito de asustar al pueblo para que no vote por los candidatos con ideologías diferentes al capitalismo, porque si alguno de ellos sale elegido como presidente, convertiría a nuestro país en otro Venezuela. Entonces, si el pueblo optara por GP, lo más seguro es que la extrema derecha no lo dejaría gobernar, lo que llevaría a nuestro país a un triste desenlace, para no decir catastrófico. Dios nos amparará de la izquierda y de la derecha recalcitrante.