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¡No aguantamos más!: productores de leche

Alejandro Galvis, ganadero santandereano comprometido con la reconversión lechera, se vio forzado recientemente a botarle a los potreros –es buen abono– algo más de 40.000 litros de leche que ya no servían para el consumo. ¿Qué pasó? Lo de siempre cuando el invierno produce más pastos y las vacas más leche para venderle a una industria que, de contera, se encuentra estoqueada con leche de importación.

La respuesta es conocida: 1) No le recibo porque tengo mucha leche, como le pasó a nuestro ganadero; 2) No le recibo toda, como les pasa a muchos; y 3) Le recibo pero a menor precio, como les pasa a todos. ¡Pero si hay una resolución del Ministerio! –reviramos–. Sí, pero hay mucha leche; cuando entre el verano hablamos de precio. Y cuando entra el verano están enlechados, pero de importaciones.

La problemática es compleja. Primero: la industria procesa apenas la mitad de los 6.400 millones de litros de producción anual. La otra mitad queda en la informalidad con precios todavía más bajos al ganadero.

Segundo: solo tres empresas compran el 50 % de la leche, y menos de 30 responden por más del 70 % del acopio, mientras ¡330.000 productores!, la mayoría muy pequeños, luchan por colocar su leche, lo cual le da a la industria gran capacidad de mangoneo, es decir, abuso de posición dominante de mercado.

Tercero: esa leche inocua para la salud está muy mal repartida, pues mientras un colombiano de estratos altos consume más de 180 litros/año, uno de los estratos bajos no alcanza a tomarse 36 litros.

Cuarto: los costos. Cuando sube la materia prima importada de concentrados y fertilizantes, estos suben de inmediato al productor, pero cuando bajan los precios internacionales no pasa lo mismo y alguien se queda con la plata del ganadero, sin beneficiar tampoco al consumidor. La droga veterinaria es la más costosa de América y lo mismo sucede con la  energía eléctrica, el predial y los combustibles. ¿Así cómo?

Quinto: Los TLC son literalmente un embudo, pues mientras las importaciones crecen, la falta de admisibilidad sanitaria a los mercados impide las exportaciones. Llevamos más de diez años con esa cantaleta sin ver resultados. ¡Ah!, y sumen el contrabando, los terribles veranos y las devastadoras inundaciones que afectaron la producción.

El sector está al límite, porque su ingreso no cubre sus costos, y ni hablar de utilidades. Los productores no aguantan más atropellos de la industria, mientras el Gobierno ofrece paliativos con plata de los ganaderos mismos.

El caso de Alejandro es la gota que rebosó la copa. Un grupo de ganaderos, con el liderazgo de Fedegán, le enviaremos una carta al presidente Santos con una propuesta realista y constructiva, y entablaremos denuncia ante la Superintendencia de Industria y Comercio por abuso de posición dominante de mercado. ¡No más!

José Félix Lafaurie Rivera
@jflafaurie

Categories: Columnista
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