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Ni con el pétalo de una rosa…

Con marchas en diferentes ciudades se celebró el pasado domingo el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer.  Sirva la ocasión para volver a hacer visible un flagelo que, pese a las múltiples denuncias, aún no tiene visos de ceder: en lo que va corrido del año 15 mujeres han sido asesinadas en Valledupar, y 22 en el departamento del Cesar por motivos relacionados con su condición de mujer.

Para entender el fenómeno, cabe recordar que la violencia que se ejerce sobre las mujeres es no sólo física, sino sicológica, espiritual, económica y sexual, y es en buena parte producto de una cultura machista (lacra de nuestra idiosincrasia que es preciso combatir) que considera a las mujeres un bien que se utiliza para lo que venga en gana: sea como joya de mostrar, de puertas para afuera; o como cuasi esclava doméstica o sexual, dentro de casa.

En algunas sociedades primitivas la mujer tiene recortados buena parte de sus derechos (recordar la burka);  se les lapida cuando cometen adulterio, y se les cercena el clítoris de niñas para evitar el goce sexual.

En la nuestra no llegamos a esos extremos, pero aún se ejerce sobre ellas toda clase de manifestaciones de dominio y de recorte a las libertades, que pasan por actos de violencia física y chantaje económico, y la silenciosa, y acaso la más dañina, violencia sicológica.  Aún parece persistir en nuestro medio una inclinación perversa  por parte del hombre hacia el control de las mujeres, que recurre a la violencia como herramienta de dominación. En nuestro medio patriarcal, es triste decirlo, el hombre es libre, y la mujer lo es en la medida en que el hombre se lo permita.

Por fortuna, los roles en las sociedades modernas han cambiado: el hombre colabora en las tareas domésticas, y en el cuidado de los niños,  y la mujer, que se educa hoy más y mejor,  trabaja y goza de un reconocimiento público cada vez más grande que le permite tener independencia económica y liberarse de ataduras ancestrales.   

Sea como fuere, nada justifica la violencia contra la mujer, en ninguna de sus formas.  

Es necesario, pues, reforzar programas educativos que formen desde temprana edad en el respeto y la tolerancia hacia los demás, y en especial hacia las mujeres y otras minorías vulnerables.  La violencia de cualquier índole contra la mujer debe convertirse en una suerte de tabú social censurado por todos, como lo es hoy el incesto. La campaña ‘Párala Ya, Nada Justifica la Violencia contra la Mujer’, es una maravillosa iniciativa que camina en esta dirección.
 
Conminamos a las mujeres cesarenses y guajiras a quitarse el velo de la sumisión y denunciar para que la justicia pueda actuar; y a los hombres bastaría recordarles  la manida frase que repetían sin cesar los abuelos y que encierra de manera contundente el mensaje que queremos enviar desde esta tribuna: a la mujer…ni con el pétalo de un rosa.

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