Cuenta la historia que un mercader llegó a un pueblo que no tenía agua, por lo que la gente debía ir hasta un río a traerla en baldes. Esto, por supuesto, generaba no solo un gran esfuerzo físico, sino también mucho desperdicio de tiempo, pues debían hacer muchos viajes al río para poder almacenar lo suficiente para el consumo y el uso doméstico. Luego de varios días, el mercader empezó a pensar en la manera de montar un negocio que no solo le solucionara la vida a los habitantes de aquel pueblo, sino que fuera rentable para él. Fue así como tuvo la genial idea de diseñar un sistema para transportar el agua desde el río hasta cada una de las casas a través de una red de tuberías, y por ello cobraba un valor lo suficientemente atractivo para los hogares y rentable para él. Fue así como nacieron los modelos de negocios exitosos que hoy conocemos: redes de distribución inteligentes.
Del modelo antes descrito surgieron las empresas de acueducto y alcantarillado, las de gas, telefonía, televisión por cable, las de aseo y todas las que conocemos y que prestan servicios públicos domiciliarios. Pero además, el mismo sistema financiero, que desde sus inicios llegó como una solución a los complejos modelos de intercambios que debían surtirse en las sociedades del momento, evolucionó a una completa red de servicios complementarios como las tarjetas de crédito, los dispensadores de efectivo (cajeros automáticos), y todos los sistemas y pasarelas de pago y recaudo que hoy conocemos. Pero además, inspiró casi todos los modelos de negocios que se basan en resolver problemas o satisfacer una necesidad especifica: todas sin excepción, una genialidad.
Pero como siempre ha sido y como decían los abuelos campesinos, “no falta la mosca que se caga en la sopa”, junto al mayor de todos los males que nos han atrasado y han contaminado todo a su paso (la corrupción) salieron avivatos que vieron en la modalidad de impuestos una oportunidad de oro para crear negocios a través del poder que les da el Estado, y no es otra que la estrategia de convertir los “impuestos” en fuentes de ingresos multimillonarios. De estos ya se están reproduciendo como el maíz de las crispetas, inicialmente unos cuantos y después todos. Ya nos tienen asfixiados y fastidiados con tantos “impuestos” que realmente no sé en que irá a parar todo este abuso y esta desfachatez y cinismo juntos.
Pero el problema no solo radica ahí, sino que la desgracia es que no hay quien nos defienda, porque junto a su estructura de negocio delincuencial hay una organización cuasi legal que aprovecha la debilidad de algunos funcionarios que administran justicia y los encargados de ejercer la defensa del ciudadano a través de la ley para precisamente hacer lo contrario; es decir, usar la ley para torcer la ley. Les voy a poner un par de ejemplos para que contextualicen de qué les hablo; las fotomultas en algunas vías de la Costa y ahora en las ciudades, las concesiones (amoblamiento, tránsito, alumbrado público, basuras, sobre tasas entre otros) y ahora, un impuesto de seguridad que nadie entiende, nadie cuestiona su legalidad y en caso que tenga vicios de ilegalidad, como de hecho los tiene, no prosperará ninguna acción por lo que les acabo de mencionar.
Nadie ha logrado quitarse de encima una famosa fotomulta porque el trámite es además engorroso, y a pesar de que violan principios básicos de un proceso como una simple notificación, ellos saben que al final la gente se aburre y prefiere mejor pagarla puesto que termina enredando todo lo que pretenda hacer y que esté relacionado con el RUNT (Registro único nacional de tránsito) y me refiero a trámites como renovar la licencia, hacer un traspaso, o aspirar a un cargo a través de un concurso público ¿Si ven donde está la bolita?
Obviamente no son modelos de negocios y no resuelven ningún problema a nadie, todo lo contrario, crean caos y descontentos en la ciudadanía y, si, por el contrario, son vivezas que terminan asfixiando a la ciudadanía, que van formando una olla de presión que, cuando explota, nos afecta a todos. Recordemos que por $200 que le subieron al galón de la gasolina casi incendian al país. Sigo insistiendo, bienvenidos los negocios, pero no este tipo de negocios inventados por chupasangres y sanguijuelas.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya