Cada vez que asisto a un foro agrícola, reuniones con inversionistas o algún almuerzo entre amigos, hay una pregunta que nunca falta. ¿Cuáles son los negocios rentables en el agro? Y siempre hay una misma respuesta: los que se desarrollan con buenas prácticas agrícolas o ganaderas en el lugar y el calendario de siembra adecuado, utilizando semilla certificada, mecanización del cultivo y una cobertura del contrato de venta a futuro.
Cuando se desarrolla un proyecto productivo empresarial o de agricultura familiar en estas condiciones, normalmente deja un margen de utilidad neta mínima de un millón de pesos por hectárea en su periodo productivo. A manera de ejemplo, un predio de 12 hectáreas, debe generar mínimo un millón de pesos mensuales. Y si cuenta con un sistema de riego para sacar dos cosechas años, debe generar ingresos netos mínimos de 24 millones de pesos anuales, lo que equivale a 2.2 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Podría dedicar varias columnas citando muchos ejemplos de estos agronegocios rentables que he visto en varias regiones agrícolas y ganaderas del país. Su éxito radica en la eficiente diversificación y gradualidad tecnológica de la actividad agropecuaria que desarrollan, la cual termina siendo una agencia de empleo para todos los miembros de sus familias durante los 365 días del año.
Es una maravilla ver por ejemplo, los altos rendimientos por hectárea de los pequeños arroceros del municipio de Santander de Quilichao en el Cauca (9 toneladas), o los de maíz en Roldanillo, Valle del Cauca (10 toneladas), los de palma de aceite en Maní Casanare (26 toneladas) o los de yuca en el Quindío con 28 toneladas. Cuando trabajan de manera asociativa con propósitos empresariales los resultados de rentabilidad son muchos mejores porque compran los insumos al por mayor y al primer eslabón de la cadena de intermediarios y venden sus cosechas con valor agregado al último eslabón de la cadena.
Estos esquemas asociativos no requieren de los ineficaces intervencionismos estatales en la comercialización. Claramente, los negocios rentables en el agro dependen más de conocimientos adecuados que de políticas agrícolas generosas, ya que derivan más del “cómo hacer” que del “con qué hacer”. Esta debe ser la principal estrategia de política agrícola que debemos irrigar en los demás productores del campo del país para eliminar la ineficiencia de productividad en sus explotaciones agropecuarias.
En mis recorridos por zonas agrícolas y ganaderas de Brasil, Uruguay y Chile, pude constatar que los productores de allá (con los que tenemos que competir) son capaces de producir en una hectárea 16 litros/leche/día, 38 toneladas de yuca, 15 toneladas de sorgo forrajero, 35 toneladas de ají, 8 toneladas de maíz o de arroz y hasta 49 toneladas de papa. Muchos de los nuestros producen la mitad de estos rendimientos por adecuar los suelos, utilizar semillas contaminadas con patógenos, no sembrar en época adecuada y con la densidad correcta y no eliminar malezas en el momento oportuno.
Es un tema de falta de capacitación que puede corregirse con un eficiente esquema de asistencia técnica pública gratuita para fomentar agronegocios rentables. Es la inversión que puede hacer el gobierno por el agro.