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¿Negocio o maltrato animal?

El pasado 21 de marzo, este diario abrió con la noticia del regreso de las carreras de caballos, se hizo mención del hipódromo San Francisco, situado en el kilómetro nueve de la vía que de Valledupar conduce al municipio de la Paz, donde se dieron cita, aficionados, apostadores y público en general, que con binoculares en mano siguieron paso a paso el desarrollo de las competencias.

No cabe duda que la hípica como empresa genera empleos, directos e indirectos, que además contribuye con el pago de impuestos al municipio, y que empieza a despertar el fervor de muchas personas, que disfrutan desde las gradas del vértigo, que producen las carreras de caballos. No obstante, hay que anotar que hace más de ochenta años, las carreras de caballo desaparecieron como deporte olímpico, quedando únicamente competiciones tales como la equitación, la doma clásica y el salto. De otra parte, digamos que la hípica no hace parte de nuestras tradiciones, muy a pesar del generoso aporte del caballo en el desarrollo histórico-cultural de nuestra nación.

Ahora bien, en mi sentir la hípica más que deporte es una actividad empresarial que atrae capitales de dudosa procedencia y que sirve de entretención a la elite. Considero además que como en muchas otras actividades, lo que se evidencia es un claro maltrato animal, y ha sido por esta razón que se prohíbe en muchos países al igual que los circos, las carreras de perros, o las corridas de toro.

Curiosamente, en aras de erradicar los vehículos de tracción animal o “carromuleros” de la ciudad, se ha logrado implementar, en buena hora, por parte de la alcaldía el cambio de este vehículo rudimentario, por un vehículo automotor, evitando de paso el maltrato animal. En este orden de ideas, la Ley 1774 de 2016, levanta su voz contra el maltrato animal, tipificando esta conducta como un delito.

No me cabe duda, que el hipódromo San Francisco, cuenta con todos los permisos habidos y por haber, pero me pregunto si las autoridades ambientales le están haciendo un riguroso seguimiento del cuidado que reciben los caballos, antes y después de cada competencia, si se realizan controles para evitar la entrada de menores, pues no se descarta que en ese lugar se expenda tabaco y bebidas alcohólicas, si se cumplen con las vías de evacuación, y si las graderías son lo suficientemente resistentes para soportar el aforo previsto para el evento. Las tragedias hay que prevenirlas, para no tener que lamentarlas.

Nota de cierre: Mi solidaridad y buenos deseos por la pronta recuperación de nuestros entrañables amigos: Jesús Palmera, Emma Molina y Alais Habib Ardila.

Por Darío Arregocés

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