Pablo Beltrán, segundo jefe del ELN, volvió a ratificarlo esta semana: ese grupo violento no va a dejar de secuestrar. Dijo que cuando firmaron “los protocolos de cese [del fuego] en La Habana quedó claro que las actividades de finanzas no quedaban incluidas en el cese [del fuego]”.
Unas semanas antes lo había dicho Antonio García: “el Eln no hace secuestros […] El Eln solo hace prisioneros y retenidos”. Y reiteró que los elenos no se han comprometido a “no realizar operaciones de finanzas, entre ellas privaciones de libertad con carácter económico”.
Más allá de los eufemismos y el cinismo, el mensaje es claro: el Eln sostiene que no se comprometió a dejar de secuestrar cuando firmó el cese del fuego y afirma que seguirá secuestrando mientras que negocia con Petro.
Alguien, con razón, podría sostener que el Eln sí se comprometió a respetar el Protocolo II adicional a los cuatro Convenios de Ginebra, que establece que “están y quedarán prohibidos en todo tiempo y lugar […] d) la toma de rehenes”, una de cuyas modalidades es el secuestro.
El problema es que el Eln no lo entiende así. Y que para el gobierno continuar negociaciones con unos elenos que tienen secuestrados, 38 según el MinDefensa, y que siguen secuestrando, es un imposible ético y constitucional.
Porque proseguir las negociaciones en esos términos supone tácitamente aceptar que el Eln seguirá secuestrando y haciendo víctimas entre los civiles, mientras que el Gobierno mira a otro lado, y que no se les puede exigir cumplir el protocolo de cese del fuego que firmaron.
Y porque el cese del fuego acordado en el segundo punto establece expresamente que no se realizarán “acciones ofensivas de ningún tipo [incluyendo] no realizar acciones de inteligencia entre las partes”. De manera que la Fuerza Pública no podría ni investigar un secuestro ni realizar las operaciones necesarias para rescatarlo. Así las cosas, a militares y policías les queda prohibido por el cese del fuego cumplir con las obligaciones constitucionales de proteger vida, integridad, libertad y bienes.
No quedan sino tres alternativas. La primera, que el Eln libere a los secuestrados que tiene en su poder y no vuelva a secuestrar. Los elenos ya han dicho que seguirán secuestrando. La segunda, que el gobierno rompa las negociaciones y se combata con todo el poder del Estado a los criminales. Pero hay una tercera: que el gobierno negocie sin cese del fuego.
A mí no me gustan las negociaciones con los violentos, lo he dicho en otras ocasiones. Creo que el camino de la sociedad democrática y civilizada es el de someter a los bandidos y no el de premiarlos. Pero el gobierno jamás debería olvidar que fue sin cese del fuego que se logró que las Farc negociaran en serio, después de muchos intentos frustrados en que esa guerrilla solo uso los diálogos para fortalecerse. Como hacen los elenos hoy, por cierto.
Por Rafael Nieto Loaiza