Por: Basilio Padilla
Como todas las cosas en la vida, las negociaciones siempre resultan mejor cuando se percibe que alguno de los participantes es fuerte y no presenta muchas debilidades.
Viene a colación dos negocios urgentes que el Congreso americano ha tenido archivado por mucho tiempo, como son los Tratados de Libre comercio con los países de Corea del Sur y Colombia. El de Corea ya está listo para la discusión final en ambos congresos y el de Colombia, quizás el año entrante cuando se inicien las mayorías republicanas en la cámara americana. La aprobación del TLC con Corea del Sur, para los americanos significa que podrán comprar los automóviles Coreanos, aún más baratos que los precios actuales, ya que se propone la eliminación del 2.5% de la tarifa de importación hacia los E. U. Esto significa que los clientes en este país pagarán por un Hyundai Tucson, el equivalente de 35 a 45 millones de pesos. Que tristeza debe darnos a los colombianos, cuando nosotros tenemos que pagar por estos vehículos más de 80 millones de pesos en su versión más sencilla. Es la verdadera teoría del sometimiento y el desarrollo negativo que siempre hemos tenido, que no nos deja salir del subdesarrollo y la pobreza.
Andando en estos dos mundos, siempre me pregunto como nosotros podemos comprar estos productos que realmente no son un lujo, sino una necesidad. Por esta misma razón se ven en nuestras carreteras carros viejísimos que lo que hacen es contaminar nuestro precioso medio ambiente y que cada día aumentan las personas y los niños con los problemas crónicos de asma y enfermedades de tipo respiratorio.
Así mismo, pienso que nosotros nos beneficiaríamos con este tratado, a pesar de nuestras inquietudes en los frentes agrícolas y ganaderos. Al fin y al cabo, lo que nosotros los colombianos y los cesarenses debemos hacer primero es organizar nuestra casa y luego salir a vender nuestros productos a otras partes desde una posición de más fortaleza. Nada hacemos quejándonos todo el tiempo que los E. U. nos van a invadir con carnes exportadas y productos lácteos.
En primer lugar, a los americanos no les gusta comer carne importada, ni a nosotros nos gustaría el sabor de la carne americana, con todos sus componentes alimenticios. Más bien importan una enorme cantidad de quesos de varios países europeos, lo cual ha hecho esta costumbre bien aceptada, ya que estos productos de Dinamarca, Holanda, Alemania y otros se perciben hasta de mejor calidad que los propios americanos que provienen más que todo del estado de Wisconsin.
Otros valiosos clientes para nosotros podrían ser los chinos y japoneses donde esta producción es más escasa y que han llegado a apreciar otros tipos de carnes por la escasez bovina. Refiriéndome otra vez al caso coreano, es indiscutible que el país del norte le dé más importancia, porque ellos han logrado crear una economía mucho más avanzada que la nuestra, cuando en realidad nosotros tenemos más recursos naturales que ellos.
La administración Obama por supuesto le da más importancia a este país, a pesar de que Colombia está meramente a dos horas y veinte minutos de los E. U., prácticamente en su patio. Toda esta injusticia de precios no sólo la vemos a nivel de vehículos, sino también de toda clase de productos. Imagínense Uds., que en el Carrefour el jugo de manzana americano que en Miami vale de 4 a 5 mil pesos aquí vale 20.000. El cereal americano que todo el tiempo se puede comprar en promoción hasta por 3 y 4 mil pesos aquí vale 14.000. O sea que el intercambio comercial no funciona de ninguna manera y la economía global de que estamos hablando pasó de largo hacia otras partes.
Ni mencionemos los precios de zapatos, ropas, juguetes, electrónicos, productos médicos que inciden en nuestra salud y otros. La conclusión de todo esto es que alguien en alguna parte, llámese gobierno, burócratas, leguleyos, etc., están interesados en que el país permanezca en la década pasada, sumida en el subdesarrollo, la pobreza y la miseria. Esto hace que nunca podamos negociar desde buenas posiciones, porque dentro de nuestras propias costas existen aquellos compatriotas colombianos que lo quieren todo para ellos, manteniendo al resto del país en un atraso eterno.