“El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, yo soy padre, ¿dónde está mi honra?
Malaquías 1,6
En estos días de ilusiones y super héroes, de películas, de advengers, necesitamos héroes que inspiren y sean dignos de imitar. Algo dentro de nosotros todavía cree y busca verdaderos héroes. Necesitamos creer en la gente que sirve, alguien a quien podamos admirar; modelos de vida a quien podamos honrar, modelos reproducibles a quien podamos imitar.
Los verdaderos héroes no hablan de sus buenas obras o acciones, porque están demasiado ocupados haciéndolas. Son personas que más allá de toda duda, están dispuestos a hacer lo que es correcto. Sin importar los baches del camino, lo retoman cueste lo que cueste, sea cual sea el sacrificio. ¿Qué es exactamente la honra? ¿Qué califica a alguien como una persona de honor? Son acaso personajes legendarios sacados de historias de ficción o tiene que ver con la capacidad de amor y sacrificio para llevar a cabo una tarea encomendada. Honrar sería estimar, respetar, considerar, reconocer su verdadero valor. ¿Qué pasa con el honor hoy día? Dios hizo la misma pregunta: ¿Dónde está mi honra?
El principio de la honra se encuentra a lo largo de las Escrituras: honrar a los padres y a todos aquellos que están en autoridad. Muchos pasajes de la Biblia nos instruyen acerca de la honra como una cualidad del carácter que implica honestidad, respeto y consonancia moral; pero también nos habla de honrar a Dios, con la promesa de que Dios honra a los que le honran.
Amados amigos: En estos tiempos de relativismo y confusión, los valores y principios están trastocados y boca arriba. Nuestros líderes están más ocupados en buscar su propia honra que en servir y modelar para la siguiente generación. Nuestro primer llamado es a ser nosotros mismos personas de honor, personas creíbles en quienes se pueda confiar. Segundo, a dar y reconocer la honra debida a aquellos de entre nosotros que sirven con alegría; pero por, sobre todo, a honrar a Dios por encima de todas las cosas.
En el lenguaje bíblico, la honra tiene un sentido de peso, de algo pesado y difícil de cargar. Lo opuesto sería algo liviano y ligero. Así, pues, si honrar significa cargar el debido peso o aplicar la debida importancia, la deshonra sería tomar algo a la ligera o tratarlo con falta de respeto y seriedad. El principio de la honra nos lleva a vivir mejor porque está sustentado en las promesas de Dios. No permitamos que, se nos pase la vida honrando las cosas equivocadas y atesorando en lugares extraviados. ¡En aquello que honramos, ponemos nuestras vidas! ¿En qué hemos decidido invertir nuestras vidas? ¿Qué hemos escogido para tener en alta estima? El honor está ligado con el amor: a Dios, a mí mismo y a mis semejantes. La más grande demostración de amor fue la de Jesús al poner su vida en rescate por nosotros. Tomar este sacrificio a la ligera es deshonrarlo. Al estimar y reconocer su sacrificio, lo honramos y añadimos vida a la existencia. Honremos a Dios, seamos consecuentes con nosotros mismos y generosos en reconocer a aquellos que trabajan entre nosotros.
Honro tu vida. Saludos en Cristo.