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Navidad 2015

“… Porque es Señor de señores y Rey de reyes…” Apocalipsis 17,14.

Para muchos, la navidad es el tiempo para pensar acerca de Jesucristo como un bebé en un pesebre. Si bien es cierto que el nacimiento de Cristo es un acontecimiento especial y milagroso, no es el foco primario. La verdad central de la historia de la navidad es esta: ¡El niño de la navidad es Dios!

Por esa misma razón, sospecho que nuestras derrotas son mucho más serias para nosotros que para el Señor. No hemos sido preparados para vivir con el fracaso, pues Dios demanda que avancemos siempre de victoria en victoria.

Para muchos, este año que termina no ha sido el mejor; los errores, las equivocaciones y las malas decisiones, fruto de nuestra humanidad, nos han dejado un claro sabor a ajenjo. Hemos experimentado derrotas en proyectos y situaciones que tienen que ver con la misión, los motivos o la moral, afectando nuestra estima y envolviéndonos en una oscura nube de desánimo y pesimismo.

Durante la conquista, en la toma de una pequeña ciudad llamada Hai, de cara a su derrota, cuando el corazón del pueblo desfalleció y se volvió como agua, Dios habló a Josué: ¡Levántate! ¿Por qué te postras así sobre tu rostro? Cuando caemos, el enemigo quiere que nos mantengamos allí, sintiendo lástima por nosotros mismos y renegando por la situación que vivimos.

Amados amigos lectores, el niño de la navidad, nos quiere otra vez en pie. Si hay cosas que confesar, enfrentar, corregir, arrepentirse, ¡hagámoslo! Pero no entremos al 2016 lamentándonos por los acontecimientos que nos ha tocado vivir.

Las crisis le ponen fin al engaño de nuestras percepciones. En la crisis tenemos la oportunidad de vernos tal cual somos. Nuestras imperfecciones, poca madurez, falta de santidad, quedarán admirablemente reveladas. Pienso en Pedro, el Apóstol, quien proclamó confiadamente que daría su vida por Cristo. No dudaba de su devoción, ni de su compromiso; sin embargo, cuando llegó la prueba, no alcanzó siquiera a confesar con su boca su lealtad a Cristo. Aprendió la lección: Su humanidad era traicionera y no podía confiar en su propia interpretación de la realidad.

Por supuesto que debemos apreciar el valor de las situaciones de crisis, nadie disfruta de experimentarlas, pero dejan buen fruto cuando no intentamos escondernos de ellas. En un pasaje de Jeremías, el profeta es enviado a casa del alfarero para observar cómo trabajaba sobre la rueda. Observó que una vasija se estropeó y el alfarero la amasó de nuevo y comenzó otra vez a darle forma. Esto me anima a creer que aun cuando cometemos los peores errores, siempre existe la oportunidad de volver a empezar. ¡El niño de la navidad, puede redimir aun nuestras faltas más groseras! Entremos al nuevo año con la certeza de su perdón y libertad.

PD: Esta semana esta de cumpleaños el ser más excepcional que conozco. Su generosidad, entrega, perdón y solidaridad me siguen cautivando. No soy perfecto y mis yerros y equivocaciones han estado al orden del día. Las relaciones y la convivencia no ha sido fácil, nadie dijo que lo sería, pero le seguimos apostando a un futuro promisorio y especial, atreviéndonos a creerle a Dios y a caminar juntos tomados de su mano. Nena de mi corazón, gracias por permitirme compartir contigo estos años. Ten la certeza de mi dedicación a ti y a lo que tu representas. A pesar de todo, lo mejor está por venir. ¡Feliz cumpleaños! ¡Te amo!

Dejemos que el Cristo de la gloria llene nuestro corazón de alegría en estas navidades y en el año por venir.  ¡Abrazos y felices fiestas!

Por Valerio Mejia Araujo

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