La historia se repite una vez más: un deportista de élite del Cesar es seducido por la Liga de otro departamento que le ofrece mayores herramientas para desarrollar su talento, incluidos apoyo técnico y económico.
La decisión revelada la tarde de este jueves 22 de febrero por la destacada atleta vallenata Natalia Linares González de dejar la Liga de Atletismo del Cesar para unirse a la Liga de Bogotá no es más que la confirmación de un problema persistente en nuestra región: la falta de apoyo y oportunidades para nuestros deportistas locales.
Este hecho no solo refleja una pérdida significativa para el atletismo cesarense, sino que pone de manifiesto una problemática más amplia que afecta a todo el sector deportivo en nuestra tierra.
Natalia Linares, como muchos otros deportistas del Cesar, se ve obligada a buscar mejores condiciones y oportunidades fuera de nuestra región debido al poco respaldo y recursos. La preparación rumbo a eventos internacionales, como los Juegos Olímpicos de París 2024, exige una inversión significativa, tanto en términos económicos como en infraestructura y apoyo técnico. Lamentablemente, más allá de la excelente pista de atletismo donde ya se colgó un oro bolivariano, estas condiciones no se encuentran disponibles en nuestra tierra natal.
El éxodo de talentos deportivos del Cesar hacia otras ciudades y ligas ya es historia repetida. Atletas destacados como Zuleima Araméndiz y Buinder Bermúdez en el atletismo y paratletismo, respectivamente, Andrea Cañón en el patinaje y Hernán Alarcón en el boxeo -por poner solo cuatro ejemplos- han debido buscar oportunidades fuera del departamento para alcanzar su máximo potencial.
Esta situación no solo priva al Cesar de contar con figuras deportivas de renombre, sino que también representa una pérdida para la identidad y el orgullo de nuestra comunidad.
Con tantos logros de los deportistas locales a nivel internacional y la organización de eventos multideportivos tan importantes como los Bolivarianos, pensamos que las autoridades y entidades deportivas del Cesar tomarían acciones concretas para revertir esta tendencia. Sin embargo, este nuevo golpe al deporte cesarense, refleja que todavía estamos en pañales en cuanto a procesos serios deportivos.
Si bien es fundamental invertir en la infraestructura deportiva, sin apoyo técnico y programas de formación y desarrollo de talento local esto es insuficiente. Los deportistas cesarenses merecen contar con las mismas oportunidades y recursos que sus pares en otras regiones del país.
Para que los jóvenes talentos puedan alcanzar sus sueños y representar con orgullo al Cesar en competencias nacionales e internacionales, es crucial brindarles el respaldo y el apoyo necesario desde las instancias gubernamentales y deportivas locales.
No podemos permitir que la falta de apoyo y oportunidades siga limitando el crecimiento y el éxito de nuestros deportistas, y privarlos -como el caso de Natalia- de cantar el himno del Cesar en las competencias nacionales. Lo de Linares duele además porque conocemos de cerca lo orgullosa que se siente de su tierra lo cual exterioriza con su sombrero vueltiao cada vez que se sube al podio.
Esperamos que -por fin- las autoridades competentes tomen nota de esta situación y trabajen en conjunto con la comunidad deportiva para garantizar un futuro prometedor para nuestros atletas del Cesar. El momento para el cambio es ahora, sin hipocresías y sin discursos politiqueros que al final terminan con los sueños de los deportistas. Como Natalia, que en el comunicado enfatizó que no dejará de ser vallenata, pero que necesita alas para volar tan alto como su talento se lo exige.