Por Luis Napoleón de Armas P.
La devaluación es un proceso económico de pérdida de poder cambiario frente a otras monedas; ocurre cuando no existe confianza internacional en las capacidades productivas y comerciales de un país; este fenómeno desencadena otros como la fuga intempestiva de divisas por la sospecha de que habría incumplimiento en los pagos a los acreedores internacionales; también incide en la devaluación, la emisión de dinero sin respaldo económico.
En su mandato, el Banco de la República, pese a su independencia, siguiendo políticas macroeconómicas del gobierno de Duque, emitió $61 billones, incrementando la masa monetaria en 72%. Cada unidad monetaria emitida sin respaldo sale devaluada de las rotativas del Emisor. La devaluación, de suyo, es un decrecimiento económico, expresión que algunos han criticado y cada vez que el BR sube la tasa de interés está deteniendo la economía. Colombia no es un país exportador per se y, por ende, su balanza comercial es negativa; en las últimas cuatro décadas, muchas de las divisas que alimentan el torrente del circulante las ha aportado el narcotráfico, legalizadas de distintas maneras. En el gobierno de López Michelsen se abrió la llamada “ventanilla siniestra” que captaba dólares sucios a través de la banca oficial; eliminada esta no ha existido dificultad para que los dólares del narcotráfico entren a la economía colombiana, los procedimientos son varios y seguros. Según la CEPAL, en 2017 el narcotráfico en Colombia movía alrededor de $16 billones por año, 2% del PIB; según el exministro Juan Carlos Echeverry, en 2020 se movieron $42 billones, el 4% del PIB de ese año. Acorde con esa información, las divisas que produce la cocaína tienen mayor peso que el café y el petróleo, nuestra economía es subterránea. Claro, muchos quieren disfrazar esta causa diciendo que es la guerra de Ucrania, que son las políticas económicas y sociales anunciadas por Petro, nada de eso es cierto. La abundancia de dólares negros es lo que ha mantenido nuestra economía a flote y su oferta ha sido abundante; por eso el peso colombiano ha tenido una aceptable paridad frente al dólar. Hoy, las restricciones para importar dólares del narcotráfico son, quizás, la causa más impactante en la devaluación del peso; además, las obligadas transacciones internacionales con dólares aumentan la demanda por esta mercancía que se aprecia; no es que esta tenga incrustados hilos de oro, es un papel común; este es un clásico problema de oferta y demanda; esta estrategia para desinformar ya no funciona.
El narcotráfico es el negocio más rentable del mundo, su capacidad de penetrar en todas las capas de la sociedad es irresistible. Pero es imprescindible abandonar esta ruleta de la suerte y volver a la economía real que ensayaba el país antes de la apertura económica. El periodista Antonio Caballero (QEPD) denunció durante muchos años la presencia de este flagelo en la vida social, militar, política, artística y religiosa de los colombianos. Por eso, el Estado no ha querido implementar una política eficaz contra este flagelo; hacerlo desnudaría a mucha “gente de bien” aunque nada pasa; miremos nomás el caso Sanclemente cuyo único castigo fue tener que abandonar su cargo diplomático que, de no producirse un cambio en la presidencia, allí estaría, en una mejor embajada como aquel gobernador que mandó a matar a un alcalde y lo designaron embajador.
P.D. A mis lectores, familiares y amigos les deseo unas felices navidades y un fructífero año nuevo. Un saludo especial para la familia pilonera. Volveremos en enero con nuevas reflexiones y análisis si la suerte lo permite.