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Narcobollo, ¿la historia se repite?

“Hoy me llaman marimbero por cambiar de situación, pero y no piensan si primero fui gamín o pordiosero sin ninguna educación, hoy me persigue el gobierno, hoy quieren saber quién soy, mucho trabajo pase para poderme superar, ya no recuerdo el ayer hoy vivo para triunfar”.

Imposible iniciar esta columna sin que llegara a mi mente la canción titulada ‘El marimbero”’, de la autoría de Romualdo Brito, que fue incluida por él como cantante con la agrupación de los Hermanos Meriño, en el LP titulado ‘Con el palo en la mano’ en el año 1979, de la cual trascribimos el aparte que antecede, en ella hizo pública su protesta porque a todos los guajiros que se le componía la cuchara, en el interior del país les guindaban el cartelito de “marimbero”.

Recordé ese disco después de leer en las redes sociales que alguien manifestó que Jaime Peralta Brito es narcotraficante, al ver esa locura confieso que casi me ahogo con el chicote de bollo que me estaba comiendo, precisamente porque lo conozco y cuando muchacho tomamos leche de la misma vaca, más que indignación la vaina me causó fue risa.

Con Jaime nos hemos dado en la ñoña varias veces, hemos estado en desacuerdo sobre conceptos jurídicos muchas veces, alguna vez mutuamente azuzados nos desafiamos por la radio, sé que muy bien ganada tiene la fama de peleador, que es obstinado, a veces excesivamente claridoso, en el micrófono usa un verbo abundante y mordaz cuando las circunstancias lo ameritan, pero de narco tiene lo que San Francisco de Asís tenía de bandolero, esa es una infamia tal vez alimentada por algún malqueriente.

Jaime es periodista y locutor -no un loco-, es un profesional del derecho estudioso, me consta que se hizo a pulso, que trabajó desde muchacho para poder estudiar desde que Evaristo, mi padre, lo trajo de Cotoprix a Riohacha para que ocupara un puesto de mensajero en la Gobernación, trabajaba en el día y estudiaba en la noche, fue posteriormente ascendido hasta llegar a desempeñarse como Jefe de Personal en la misma entidad, con unos ahorritos y un crédito del Icetex, cuyo codeudor fue Julio Reynel Mendoza Acosta.

Estoy seguro que quien dijo semejante barbaridad no lo conoce, con el único polvo que ha traficado es con la harina de maíz y de tamacas que traía de Cotoprix a Riohacha; su caso me recuerda la historia del restaurante Narcobollo en Cartagena, que se llama así desde el 21 de agosto de 1989 cuando la Policía Nacional realizó un allanamiento al que hasta entonces se llamaba cafetería los Molina, porque supuestamente en esa casa de donde entraba y salía mucha gente había un cargamento de cocaína, después de romper tejas, puertas y ventanas, sacos, enfriadores y neveras, lo que encontraron fueron kilos pero de masa para hacer bollos limpios, de batata, de coco y de mazorca biches envueltas en hojas de guineo y bultos de maíz para su preparación, varios quintales de queso y botellas de suero salao, creo que se está repitiendo la historia, Peralta si no trabaja no come.

Lo que está sucediendo con Jaime debe hacernos reflexionar a todos porque nadie está hoy exento de una calumnia, de una difamación o cualquier otro agravio injustificado, con el agravante que con la baja autoestima que tenemos los guajiros nos tragamos cualquier vaina que diga la gente que no nació en La Guajira, precisamente por acomplejados, al extremo que han terminado convenciendo a ciertas personas del interior del país que son nuestros prefectos de disciplina, hasta les escriben para acusar a sus coterráneos de delitos que no han cometido, que indignidad, cuanta lamboneria, que canibalismo, eso produce dolor de patria chica, los bandidos deben estar de fiesta, mientras ciertos sectores del establecimiento y algunos periodistas se ensañan con gente inocente.

En La Guajira se vive un momento institucional delicado pero el mundo no se está acabando, hay corrupción como la hay en todo el país, pero el guajiro por folclórico y bullicioso, sus súbitas riquezas son más notorias, la prensa es libre pero responsable, así debe informar, es su misión, inclusive puede investigar.

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Luis Eduardo Acosta Medina: