La urbanización Nando Marín, en el sur de Valledupar, está conformada por 1.900 apartamentos de 45.65 metros cuadrados cada uno, que cuentan con sala comedor, balcón cocina con patio de ropas, tres alcobas, y un baño múltiple con tres espacios separados (sanitario, lavamanos y ducha). En el sector hay torres de edificios de cinco pisos, que llevan los nombres de las canciones del insigne compositor guajiro Hernando Marín Lacouture.
Los ocupantes de estas viviendas no pagaron un solo peso para tener su techo propio, un sueño para las familias más pobres hecho realidad hace cinco años por parte del Gobierno Nacional, pero que con el tiempo se ha ido convirtiendo en una pesadilla.
Esta urbanización se ha convertido en un nicho de problemas sociales; la drogadicción, hurto, prostitución y otros flagelos tientan a la población más joven. Recientemente quedó en evidencia a través de un video de celular y testimonios de líderes de la comunidad, la preocupación por el surgimiento de fronteras invisibles entre grupos de muchachos. El pasar de un lado a otro, entre las seis manzanas de la urbanización, puede terminar en batallas campales, como la del pasado viernes, en la que jóvenes se enfrentaron a palo, piedras y cuchillos.
Padres de familia cuentan como algunos de esos niños inocentes que llegaron al barrio hoy son adolescentes sumergidos en las drogas, como también ocurre en otros sectores de la ciudad, pero aquí reclaman que se les había prometido un acompañamiento permanente de la institucionalidad del Estado.
Consideramos que esta problemática podría ser menguada, inicialmente con un mayor compromiso de los padres de familia en la vigilancia del comportamiento de sus hijos, y en segundo lugar con el acompañamiento integral y permanente del Estado.
Muestra de la desidia gubernamental es que en la urbanización hay una piscina, construida con dineros públicos en el mismo proyecto de las viviendas, que nunca ha podido ser utilizada y cinco años después es criadero de sapos. Además, en la entrada del barrio hay un potrero en el que los jóvenes han improvisado una cancha de fútbol, pero quienes ya están descarriados utilizan como guarida para consumir marihuana y otras sustancias.
“Cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece”, es una frase atribuida al famoso y difunto estadista inglés W.Churchill, que cae como anillo al dedo para analizar la situación de Nando Marín, comunidad que tiene el potencial electoral para elegir a concejales e incidir en el resultado de alcalde, pero en las pasadas elecciones locales no fue capaz de elegir a un habitante del barrio para que los representara en el Concejo Municipal.
A este sector le toca organizarse, no todo depende del papá Gobierno, porque a los mandatarios de turno no les interesa sino llevarles pañitos de agua tibia y convencerlos de que voten por sus candidatos. Nando Marín debe prepararse para el próximo año y con el ejercicio de sus derechos democráticos empezar a labrarse su propio destino, no dejarse seducir por los políticos encantadores de serpientes que solo los visitan en temporada electoral, con viandas y papayeras, para dejarlos padeciendo el resto del tiempo.
No podemos desconocer que sí ha habido programas del Gobierno Nacional y de las autoridades locales en Nando Marín, pero la gran pregunta es ¿han sido efectivos? La opinión de la comunidad y los hechos demuestran que no.