A sus 85 años Náfer Santiago Durán Díaz, su corazón no le ha dado permiso para pensionar su acordeón porque cuando se lo pone en el pecho le alimenta los latidos. Es la unión perfecta y aunque muchas veces su corazón ha estado triste por los quehaceres de la vida, no deja su acordeón porque es como morir en vida.
El rey vallenato en el año 1976, hermano de Alejo Durán, y el primero en grabar una producción musical con Diomedes Díaz, ‘El Cacique de la Junta’, fue más allá, entre sus logros está haber sido declarado fuera de concurso en el Festival de la Leyenda Vallenata de 1983.
El hijo de Náfer Donato Durán Mojica y Juana Francisca Díaz Villarreal, señala que no sabe hacer otra cosa que tocar su acordeón porque esa fue la enseñanza que recibió desde muy niño en su tierra, El Paso, Cesar.
Este rey vallenato es prolifero para componer. Tiene en su cuenta más de 80 canciones, la gran mayoría grabadas, pero sobresale una en aire de puya que siempre se interpreta en distintos festivales vallenatos. Se trata de ‘Déjala vení’.
“Mi mujer me tiene un rezo
me lo aplica cada rato
tiene varios presupuestos
con el pobre del muchacho…”
También en sus paseos cotidianos por distintos sectores de la geografía costeña aterrizó en Chimichagua, donde se enamoró de Bernarda Cervantes, y le regaló una canción que grabara Rafael Orozco con Emilio Oviedo. ‘La chimichaguera’.
“Tierra de Chimichagua
le digo a mis amigos
que no la puedo olvidar.
cuando recuerdo a mi madama,
ay me dan ganas de llorar…”
“Con ella, Dios me regaló un hijo que nos quitó al poco tiempo”. La nostalgia lo sacude y añade. “Se parecía a mí”.
La historia de ‘Sin ti’
Pero después de tantas vueltas su corazón se posó en una encantadora joven a quien le compuso una célebre canción que ha recorrido todos los sentimientos de principio a fin. Se trata de ‘Sin ti’.
“Con mis notas tristes
vengo a decirle a tu alma
lo que está sufriendo mi sincero corazón.
ya no tengo paciencia,
ya no tengo calma
solo vivo triste y loco por tu amor…”
Al interpretarla con su acordeón y repasar la letra se quedó pensativo. Era el momento de esculcarle sobre la historia y la mujer que lo inspiró. El recuerdo lo tocó y manifestó: “Ella, nacida en Chiriguaná, a sus 20 años se me atravesó en el corazón y comenzamos a vivir. En cierta ocasión me fui a una larga gira. No supe de ella, pero antes de regresar le hice en Mompox, Bolívar, la canción ‘Sin ti’, que es una de mis joyas”. El maestro estaba hablando de Rosibel Escorcia Mure.
“Cuando regresé lo primero que hice fue ir a su ventana y regalarle la canción. Ella, abrió la puerta y me sonrió. Luego me contó que estaba embarazada y me puse feliz. Al tiempo indicado nació Denia Esther”.
Le hizo la canción en tono menor cuando su corazón estaba en tono mayor y no cabía en el pentagrama de su alma. El rey vallenato tuvo la osadía de desafiar las notas musicales que se adaptaron a su propio sentimiento.
Volvió a quedarse pensativo y cuando menos se esperaba comenzó a llorar. La grabadora se apagó y por más de dos minutos no musitó palabras.
Lo que no se esperaba era su dolorosa declaración. “Hoy cumplo 85 años, y hoy hace cuatro meses murió mi primera hija. Tenía 59 años”.
La tristeza del rey vallenato era evidente. El mismo que no le volvió a componer una canción más a Rosibel, sino que le regaló once hijos.
Pasado algún tiempo grabó la canción, y después se hicieron otras versiones, pero siempre ese recuerdo lo persigue, y hace que su vida siga unida a esa mujer que le cantó, que sin ella no podía estar y hasta su corazón se desesperaba.
“Esa canción me la pedía mucho doña Consuelo Araujonoguera, y además me pedía que contara la historia. Siempre lo hacía porque es la mamá de mis canciones, y cuando Dios me llame esa me la deben cantar”, dice Náfer.
Los 85 años de Naferito
‘El rey del tono menor’ a sus 85 años se siente como un roble, se la pasa caminando. Algunas veces monta en moto, y dice que ella corcovea como las bestias de la famosa hacienda ‘Las cabezas’, donde pasó muchos años de su juventud.
Quiso pasar su cumpleaños en su tierra El Paso, Cesar, y para dejar constancia de su decisión confesó que “acá se encuentran todos los recuerdos y por mucho que intenten huir no pueden porque están metidos dentro de un acordeón”. Y enseguida preguntó. ¿Cómo le parece?
Esa respuesta encierra todos los sentimientos porque es la manera precisa para declarar su amor a ese terruño donde dio sus primeros pasos y al lado de su familia hizo florecer el vallenato que se tomó el pentagrama como Dios manda.
Náfer Durán, el hombre que cuando se pone el acordeón al pecho lo hace parecer un juguete, sigue su camino triunfante y todavía se emociona recordando casi todos sus cantos que son historias de su larga vida. En fin, es su propio testamento.
No había lugar a más preguntas, la celebración era para otro momento y solamente pensaba en la bendición que Dios le había dado de tocar su acordeón y poder ser parte de la historia del folclor vallenato, asunto que se ha prolongado con sus hijos.
El viejo Naferito en esta ocasión fluctuaba entre las alegrías y tristezas y no tenía ánimo de celebrar como muchas veces lo hizo en ‘El Estanquillo’, cantina ubicada en Potrerillo, corregimiento de Chimichagua, Cesar, donde Encarnación ‘La Chón’ López, le fiaba el ron que le solicitaba hasta quedar sin existencia.
Que Dios le deje “Vení” muchos años más de vida a Naferito, para que se siga batiendo a nota limpia y cantando:
“Reclama la grabadora
la rutina de Naferito,
que se escuchara por disco
su linda nota sonora.
Yo soy el negro Durán
el que llaman Naferito,
lo que escuchará por disco
mi música popular…”
Por Juan Rincón Vanegas