Por ahí escuché a un economista, a quienes entiendo poco, decir que el gravamen a las gaseosas ascendía a $35 por botella familiar, de $1.000 ascendía a $1.035 y me pareció que para el bolsillo del consumidor era muy poca cosa, pero las arcas nacionales si recibían una buena bicoca y así son todos los aumentos en cuestión de alimentos y bebidas, el problema de las alzas es la desbocada especulación que fuera de los $35 le meten $200 más y la venden a $1235. Las alzas en los precios no tienen control, no hay una oficina que las regule, ni autoridad que sancione a los infractores, cada quien hace lo que le da la gana, otros disminuyen el tamaño del producto y conservan el precio viejo, pero la tapa es una venta de buñuelos en un lujoso centro médico que hace 2 años valía unos $800 y hoy lo redujeron a la mitad del tamaño y le doblaron el precio. Nadie dice nada.
Al que siembra la yuca, el aguacate, las frutas, plátanos, guineos, verduras y toda clase de productos de pancoger se los mal pagan y a nosotros nos los venden con un 300 ó 400% y nadie dice nada, lo mismo sucede con el ñame, la papa y la malanga que están por las nubes y para qué hablar del queso, la carne, los huevos, la leche, alimentos básicos que están por las nubes y nadie dice nada y se me olvidaba el maíz, el arroz, la manteca, el azúcar, las pastas, jabones, dentífricos, desodorantes, las infaltables panelas y el café, al igual que los pescados, chivo, cerdo y nadie dice nada.
De la mano de la especulación están los terribles gota a gota y el dulce 10, pues no hay una venta ambulante, de lo que sea o trabajo informal de cualquier índole, cuyos poseedores no estén enganchados con este par de temibles enemigos y nadie dice nada, pero sí, estos contribuyen creo yo, a que la tenebrosa inflación aumente, porque a esos intereses tienen que vender muy caro para poder pagar y que les quede algo para subsistir.
Sería bueno que este gobierno del cambio, del cual esperamos tantas cosas buenas le metiera el diente a estos problemas: especulación, agio y reducción, esta última instalada en negocios públicos que funcionan sin ninguna clase de inconvenientes ante la mirada impávida de las autoridades, nadie dice nada, hay casas de cambio y entidades financieras que también se exceden en sus intereses y engañan a los clientes, que por angustia y necesidad firman en blanco y ahí los estacan, pues cuando llega la liquidación y los descuentos por libranzas ya no hay remedio, los intereses son otros distintos a los pactados verbalmente por la persona que presta los dineros. Nadie dice nada y día a día esas entidades financieras, que no los bancos se vuelven más ricas y poderosas y la Superintendencia no dice nada, conociendo la existencia de ese grave problema.
Esperemos a ver si este gobierno del cual se esperan tantas cosas buenas, para vivir feliz, alguien diga algo y se comiencen a combatir estos flagelos que nos golpean fuerte todos los días y que son factores importantes para que la, repito la temible inflación esté desbordada.
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Todo mundo me pregunta, con cierta cherchita, si ya instalaron el reducidor de velocidad a la entrada del Conjunto Rosas del Ateneo y con pena tengo que decirles que no y entonces me agregan: sí esto es contigo que te echaste encima la candidatura del Mello, cuando era un imposible y ya nos tenías aburrido con tantas columnas promocionándolo, qué tal con nosotros, nos parece el colmo, será que el inexistente director de tránsito no lee EL PILÓN, o es un enchollao que hace lo que le da la gana y tiene a esta ciudad hecha un infierno en materia de movilidad. Hasta ahora he arado en el mar.