Luis Napoleón de Armas P
Los caribeños siempre nos hemos sentido orgullosos de ser colombianos, pese a ser diferentes etnográfica y culturalmente del resto del país. Hemos hecho grandes aportes a la ciencia, el arte, la literatura y el deporte. Políticamente hemos estado en todos los eventos que han contribuido a construir Nación y país. El Caribe representa el 21.4% de la población nacional y aporta el 15.5% del PIB; territorialmente somos el 11.6%, con 1.600 Km de litoral; somos los mayores productores de carbón y en nuestro territorio se encuentran siete reservas naturales y cuatro santuarios de fauna; de la misma manera, ofrecemos las mayores posibilidades turísticas del país y con nuestro folclor, le damos alegría a toda la Nación.
Y, podríamos citar muchos más atributos. Sin embargo, nuestra región no es compensada en su inmensa contribución. Por eso somos la región donde los indicadores sociales hacen grima, nuestro subdesarrollo atávico, imbuido por el perverso centralismo, nos rezaga frente al país. Nuestras posibilidades siempre son cercenadas; libremente votamos para ser región, con cierto fuero autonómico, pero el gobierno, que es centralista, no le ha dado aplicación a esta decisión electoral; las regalías, que, bien manejadas podrían ser la redención económica, nos fueron arrebatadas con la complicidad de muchos de nuestros parlamentarios costeños. A la Costa Caribe, en nada se le toma en cuenta; el reparto de las carteras ministeriales y posiciones importantes dentro del gobierno, es un desdén a la capacidad del caribeño; somos convidados de piedra: un solo ministerio no hace verano. La región caribe era un remanso de paz, pero hasta el sosiego nos quitó el centralismo; fenómenos como el paramilitarismo, la guerrilla, el narcotráfico y la violencia partidista, nacieron allá, que, como plagas deletéreas nos trajeron,ajenos a nuestra idiosincrasia pacifista.También, la guerra de los mil días nos llegó desde allá. En la entrega de Panamá los caribeños ni se enteraron. En los más mínimos detalles, se ve el fenómeno centrista; siempre se han despachado con sus héroes que no resisten una crítica ética y socio-política. En estos días, conversando con el doctor Pompilio Socarrás, me hizo recordar algunos detalles. El Almirante Padilla, el hombre que selló la derrota de los españoles, quien había peleado en la batalla de Trafalgar como ningún otro granadino, fue el conejillo de indias, en función del orden, para fusilarlo, cuando el traidor era Santander. Desde entonces, se institucionalizó que la justicia es para los de ruana. Me comentaba “Pompi” que el buque insignia de Gran Bretaña se denomina “Almirante Nelson”, que el de Venezuela es “General Bolívar”, héroes vinculados con la grandeza de esos países. En cambio, aquí no se llama General Padilla sino “Buque Insignia Gloria”, en honor, quizás, a la esposa de un general, ministro del presidente Lleras. Las hazañas navales de José Prudencio, el negro de Camarones, no le sirvieron para ser epónimo, más sí, a doña Gloria. El puente Pumarejo, que identifica a Barranquilla, para el centralismo impostor es el puente Laureano Gómez. El Centro de Convenciones de Cartagena no se llama García Márquez, mas, honra a Turbay Ayala. En el gobierno de Misael Pastrana, siendo ministro del Trabajo, Crispín Villazón de Armas, se inauguró la clínica del ISS en Valledupar que debió llamarse “Clínica Ana María de Armas”, pero la denominaron “Ana María”, a secas, quizás, para no empoderar a Crispín, un ilustre caribeño. El centralismo no solo se lleva nuestros recursos sino que opaca nuestras tradiciones familiares.napoleondearmas@hotmail.com