La dura y cruel experiencia de las guerras en el siglo XX confirmaron que la especie humana estaba a punto de su desaparición por su conducta irracional al insistir en el uso destructivo de las armas atómicas en las confrontaciones bélicas entre los estados.
Por tanto, no existió ni existe otra alternativa que declarar la guerra como un delito internacional y crear instituciones políticas y jurídicas que establezcan su prohibición como medio para resolver los conflictos entre las naciones.
La guerra hoy está proscrita por un derecho internacional que la declaró ilegal. Reconocer el derecho como instrumento de paz no es nada nuevo, los humanistas lo han considerado así desde el mundo antiguo.
Las armas desplazan al lenguaje y el ser humano en estas circunstancias regresa a una condición de barbarie. El hombre que supera la necesidad de apelar a la violencia para resolver sus conflictos es el modelo del humanista, del ser racional y pacífico.
El derecho y las instituciones políticas son los medios para la humanización del hombre. Por ese motivo es que nace la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el derecho internacional público se transforma en derecho positivizado en el ordenamiento jurídico universal.
Luigi Ferrajoli, en su obra ‘Razones jurídicas del pacifismo’, manifiesta que: “El derecho, en efecto, es por su naturaleza un instrumento de paz, es decir, una técnica para la solución pacífica de las controversias y para la regulación y limitación del uso de la fuerza”.
Naciones Unidas con su creación en forma de una federación de Estados y no de un gobierno mundial, lo que ha propuesto es que las guerras no sean alternativas de solución de diferencias con el fin de que reine la paz y se preserve la especie humana.
Naciones Unidas, como un orden jurídico internacional, procura que no se apele a la guerra, por ese motivo fue creada el 24 de octubre de 1945 en San Francisco, Estados Unidos. En su estatuto, declara que las guerras son ilegales y que las únicas acciones autorizadas para los estados son el empleo de la violencia legítima para defenderse de una agresión de otro estado.
Naciones Unidas, recoge el ideal humano de vivir en paz, tal y como lo relata la Biblia con la aparición del ángel a una multitud de huestes celestiales que abordaron a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para los hombres!”.
Juan Antonio Pabón Arrieta y Alfredo de Jesús Torres Argüelles en su artículo “La paz en el ordenamiento jurídico internacional” expresan: “La paz y el derecho van de la mano, no siempre ha sido así. Pero el derecho como manifestación del ingenio humano, es un orden para la paz, es un instrumento creado por la razón para la convivencia pacífica y evitar los conflictos”.
En líneas generales, lo que evita las guerras es el respeto al derecho internacional público y a los derechos humanos. Todo aquel que apela a la guerra, en sus distintas formas, como forma de solución de conflictos se ubica por fuera del derecho y comete un delito.
Esto no se debe confundir con el uso legítimo de la fuerza por parte de un Estado para repeler una guerra. En esto no se debe dudar, la guerra es un delito y los que declaran la guerra asumen el papel de criminales de guerra.
Naciones Unidas tiene la palabra y debe ser fortalecida, pero dejemos este es tema para otro artículo.
Por Eduardo Verano de la Rosa.