En nuestro entorno, La discriminación por nuestros músicos fue social, por sus orígenes campesinos y pobreza. Siempre fueron tratados despectivamente por la sociedad de cuello blanco, que no los admitía, y los remitió a los patios de las viviendas más pobres de la región, allí se escenificaban las famosas parrandas, escenario donde nacieron las canciones más famosas de nuestro folclor, pero ello no dice que amalayemos esa parte de nuestra historia folclórica, esos cantos nacieron allí por accidente, sus protagonistas no eran considerados, dignos de los emblemáticos centros sociales de Valledupar.
El Festival Vallenato, se crea con el único propósito de erradicar esas costumbres y mostrar al mundo las bondades de la música vallenata, no había afán de preservar, todavía el folclor no se había prostituido por culpa de la comercialización, lo dijo Crescencio Salcedo, autor de Múcura, Año Viejo, Mi Cafetal, “el día que los músicos hagan canciones por plata, la prostituirán “.
Las expectativas del Festival se han cumplido con creces, al mostrar el talento de nuestros campesinos cantores, el mundo está maravillado con las crónicas, poemas y vivencias, brotadas de estas mentes sabias.
Los discos, de estos corraleros, macheteros, jornaleros, se han vendido por millones, han sido aceptados en sitios emblemáticos, tal vez más importantes, de los que le fueron negados a sus antecesores.
De Valledupar y la región se desplazan cada fin de semana por Colombia y otras latitudes del mundo, conjuntos vallenatos de todos los niveles y categoría, y los categorizamos por su valor económico, mas no por su calidad; musicalmente, son valiosos todos, ellos dinamizan un importante renglón de nuestra deprimida economía.
Pero vemos con preocupación, que la discriminación del pasado, aún sigue vigente, aberrante es que suceda al interior de las mismas agrupaciones vallenata, existe jerarquía, para usufructuar la calidad de vida de los integrantes.
Sabemos que los artistas vallenatos tiene una alta cotización, por encima de cualquier otra manifestación musical propia o foránea, también, que la mayor parte de la bolsa por toque, es para la cuenta del cantante, pagándole sumas irrisorias a sus compañeros de grupos.
Lo más triste es de esta historia, es que dentro del valor del contrato, por cada presentación, va incluido transporte aéreo y alojamiento en hotel de cinco estrellas, para todo el grupo musical, costos que asume el empresario, pero que el cantante, que es el dueño de la agrupación, no cumple, somete a sus músicos a largos, tortuosos y maratónicos viajes, de más de 24 horas, en buses vetustos y mal olientes, Valledupar-Bogotá; Bogotá-Cartagena, entre otros.
Exhaustos y hambrientos, llegan a su destino, y son alojados en madrigueras, donde medio reposan y comen, salen al evento y cumplen, para luego partir al próximo destino, a donde llegaran 24 horas después.
Mientras tanto el cantante, viaja orondo, en avión, en primera categoría, saboreando, abundantes viandas, se aloja en hotel cinco estrellas y se queda con el resto de dinero que le corresponde a sus compañeros por concepto de transporte, alojamiento, alimentación y sueldo.