Cada periodo de nuestra historia está marcado por una expresión artística que con el paso del tiempo se convierte en su identidad, por ejemplo, durante la edad moderna y los enfrentamientos provocados por la reforma protestante, y la respuesta de la contrarreforma del catolicismo, surge el barroco, movimiento artístico que estratégicamente utilizó la Iglesia Católica para atraer a personas que no se decidían por una u otra creencia o para conquistar nuevamente aquellos fieles que se habían enamorado de Lutero, herencia que aún subsiste y por ello observamos en los templos católicos esas abundantes obras con numeroso detalles a diferencia de la austeridad artística en iglesias denominadas protestantes.
El alcalde José Santos Castro González y Carlos Liñán, jefe de la Oficina de Cultura de Valledupar, adelantaron un renovador proyecto en Valledupar con el fin de darle la oportunidad a varios artistas para que adornaran varios rincones del municipios con sus creaciones, con sus ideas, con su alma representada en murales; varios de ellos cuidadosamente plasmaron en el corazón de Valledupar su inspiración; en el callejón de la Purrututú encontrarán la tradicional pelea de gallos, propia de los hombres apostadores de esta región; un homenaje a los kankuamos en un mural que desborda belleza; también se podrán perder en la ‘Mirada de Gabo’, mural del polifacético Jacobo Solano, con colaboración de los tucanes de Yarime Lobo, en una impresionante danza de colores del amor amor, pero también están los diablitos del corpus christi con su colorido. Ojalá que no venga un alcalde corrupto y fanático a pintarlos de blanco.
En la carrera cuarta encontramos también un sensible homenaje a Jorge Oñate, allí el ruiseñor del Cesar está acompañado de las casas de bahareque en una imagen muy elocuente de la canción ‘Nació mi poesía’, de Fernando Dangond, un maravilloso poema que hace parte de las grandes historias de las composiciones inéditas del Festival de la Leyenda Vallenata.
Es una extraordinaria forma de rescatar rincones olvidados de nuestra tierra, convocar por medio del arte para recorrer nuestra propia historia, nuestra cultura vallenata, en un intento para animar a la ciudad y al centro histórico azotado por las consecutivas y demoradas obras que se han ejecutado desde hace varios meses, y ahora la pandemia, que llevó a la quiebra y cierre de muchos negocios de ese sector, como Darío Ariza en Plaza Mayor.
Muy bien por el alcalde Castro, por Carlos Liñán y los artistas que hacen parte de este movimiento que invade de color a Valledupar en estos duros momentos; sería bueno también buscar la forma de rendir un homenaje al maestro Germán Piedrahita allí donde alguna vez estuvo su mural ‘Tierra de dioses’, no con las mismas imágenes, pero sí con una obra en honor al gran maestro.