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Municipios pobres, con pobres alcaldes

La descentralización administrativa de las entidades territoriales, particularmente de los municipios, fue uno de las avances más significativos en términos de gobierno puesto que haber logrado que los municipios pudieran elegir a sus mandatarios rompía con el sometimiento que los gobernadores y los políticos regionales  tenían sobre  estos territorios las que miraban como si fueran sus hatos y por ese camino estaban sumidos en el abandono y el atraso; por eso, la elección popular de alcaldes prometía disparar a los pueblos hacia el desarrollo; sin embargo, en la práctica, estamos peor que antes.

En el pasado, al menos los gobernadores nombraban como alcaldes a amigos cercanos y se aseguraban que el designado contara con las calidades y cualidades para administrar el municipio pues era éste el  que respondía ante el gobierno nacional en caso que el alcalde “metiera las patas”; sin embargo, con la elección popular prácticamente se “perrateó” esa práctica de escoger a los mejores como administradores locales, si bien es cierto hay municipios que cuentan con excelentes mandatarios, la gran mayoría dan pena ajena.

Un porcentaje muy alto de los municipios de la Costa ubicados desde la cuarta categoría hacia abajo están quebrados, en Ley 550 o algunos saliendo apenas de ella, no cuentan con agua potable, sus calles están destapadas, tienen bajo nivel de escolaridad por pobres resultados en las pruebas Icfes, sus hospitales dan grima y los niveles de pobreza son escandalosos, pero ¿por qué a pesar que algunos reciben millonarios recursos terminan en estas condiciones? Las causas pueden ser muchas, pero hay que resaltar las más relevantes y entre ellas una que definitivamente se resume en que ¡el municipio se parece a su alcalde!

No quisiera generalizar porque como ya lo dije hay excepciones para mostrar, pero en su mayoría los municipios son administrados por incompetentes que por razones muy diferentes al juego democrático fueron electos; empiezan por conformar gabinetes mediocres que obedecen a compromisos burocráticos y no a una verdadera meritocracia  y esto da como resultado una pobre gestión de los escasísimos recursos con los que cuentan; por ejemplo, de las primeras decisiones que toman está la de endeudar al municipio con los bancos o con Findeter pignorando ingresos incluso por 15 o 20 años y terminan enterrando esos recursos en obras sin planificación que no benefician a nadie o en verdaderos elefantes blancos, de esos abundan en todo el país; así mismo, no ven más allá de irse a Bogotá a hacerle antesala a un representante o senador para que los lleve de la mano ante  un ministerio para que les asignen partidas del presupuesto nacional, y cuando les preguntan por los proyectos salen con un chorro de babas.

Como su capacidad de innovar es ninguna y gobiernan como si estuvieran en campaña, sencillamente no toman decisiones puesto que temen “defraudar a sus electores”, por eso no actualizan el catastro municipal para recaudar más impuesto predial que es uno de los principales ingresos de sus recursos propios, no generan asociatividad para que el gobierno nacional que está repartiendo plata a diestra y siniestra les viabilice proyectos pues como no tienen bancos de proyectos debido a que desmantelaron sus oficinas de planeación y mucho menos tienen radicados en las entidades nacionales ya que se los devuelven por estar mal formulados o mal hechos en su integridad, terminan regresando con las manos vacías.

Yo sé que estoy siendo demasiado duro, pero les hablo desde la experiencia de haber interactuado con algunos o muchos de estos señores, su romería paseándose por los pasillos de sus gobernaciones, sus idas infructuosas a los pasillos del Capitolio no pasan de una antesala a un ministerio o una corta conversación con un mando medio que les promete el oro y el moro y al final sus caras largas cuando los recursos los terminan direccionando los congresistas que estén en la rosca y son los que al final ponen las condiciones de que se hace y con quien se hacen, son el pan de cada mandato. ¿No me creen? Miren a su alrededor.

 Pero si los alcaldes son una vergüenza, ni les hablo de los concejos municipales, ahí sí es verdad que entre el diablo y escoja, la mayoría llega a esos cargos pensando que se van a llenar de plata y terminan peor de frustrados pupitreando por dos pesos el presupuesto, el plan de desarrollo y la elección del personero, esto si aplica para todos. ¡Pobres municipios!

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Categories: Columnista
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