Los problemas de inseguridad ciudadana en las grandes urbes del mundo presentan un origen multicausal. Gizewski y Horner-Dixon consideran que “el crecimiento y deterioro urbano, al combinarse con factores como las crisis económicas y el debilitamiento de la acción del Estado, también puede contribuir a la inseguridad y al delito”.
Bajo esa misma dinámica, existe la tendencia a identificar la pobreza como sinónimo de delito, atendiendo la incidencia que eventualmente pueda tener uno y otro en ciertas comunidades o sectores de la ciudad, haciéndolas más proclives a actos por fuera de la ley. Por otro lado, el desarrollo urbanístico, las diferencias económicas, culturales, laborales y políticas e, inclusive, los escenarios generados a partir de procesos de posconflicto pueden acarrear contextos de inseguridad y criminalidad, particularmente en sectores urbanos centrales que, por reunir ciertas características, son considerados como “vulnerables y/o críticos”.
Recientemente ha tomado relevancia entre los ciudadanos del mundo el potencial que tienen las tecnologías como el aprendizaje automático, la inteligencia artificial y el Big Data para hacernos la vida más fácil, ya sea respondiendo a consultas rápidas o generando información basada en nuestras indicaciones. Las soluciones tecnológicas prometen hacernos la vida mejor, más fácil y más eficiente. Naturalmente, buscamos aplicar estas soluciones a cuestiones más importantes que las tareas escolares, como el desarrollo sostenible de las ciudades. Estos avances han dado lugar a interesantes debates sobre las ciudades inteligentes y su relación con la seguridad.
Las herramientas para enfrentar la inseguridad en las ciudades del país, comparten una característica relacionada con la ineficiencia estratégica o de inteligencia y la amenaza del multicrimen. Que se produzca la combinación de las acciones del multicrimen y que la inseguridad esté descontrolada en las ciudades del país, no exculpa a los alcaldes ni a la policía nacional. Al contrario, debe instarlos a entender el problema de la inseguridad desde la multicausalidad, con el fin de aunar esfuerzos en la implementación de las estrategias y el diseño de la planeación socioeconómica con criterio de focalización.
Gizewski y Horner-Dixon tienen una versión muy aproximada respecto de los más de 20 asentamientos informales que, según Fonvisocial, hay en Valledupar. Adicionalmente, la perspectiva de ciudad inteligente para enfrentar los fenómenos sociales se derrumba ante la inoperancia de las discutidas cámaras de seguridad. Esa situación es semejante a tener piernas, pero sin poder caminar.
La ausencia de defensa y seguridad de las instituciones estatales constituye un esguince para la ocurrencia de hechos de ilegalidad en las ciudades. La masacre ocurrida en el corregimiento de Caracolí, aunque califica como un hecho de inseguridad, describe móviles que apuntan a acciones inherentes al multicrimen. Asimismo, el asesinato del abogado Joe Luis Cabrera Ramírez, puso los reflectores en el alcalde y la policía.
De inmediato, se reclaman las capacidades y recursos de la recién inaugurada policía metropolitana. La inseguridad es un problema serio, es irresponsable abordarla con discurso proselitista y populista, es obligación de ustedes revisar las acciones de la estrategia o política de seguridad ciudadana, porque de lo contrario, los delincuentes estarán un paso adelante.
Por: Luis Elquis Díaz.