En el informe de hoy se incluye un grupo de mujeres importantes de la antigua historia de Valledupar, además de episodios y artículos o elementos considerados reliquias del pasado de esta región.
A continuación, lugares y datos de la historia de la antigua región de Valledupar.
CERRO DE LA POPA
En el lugar conocido como cerro de La Popa o Butsinorrúa, ahorcaron a la india Francisca, a su marido Gregorio y a su padre Don Francisco (antiguo Francisquillo el vallenato, de la etnia Tupe, año 1.580). En ese sitio los indígenas de la sierra hacían ofrendas o pagamentos a la madre del cerro, para que no hubiera muertes violentas ni guerras.
LAS CUATRO MONJAS
La historia de Valledupar registra la existencia de las cuatro monjas terciarias capuchinas fundadoras del colegio La Sagrada Familia; son ellas:
La hermana Margarita de Jericó, la reverendísima Madre Bienvenida de don Matías, la hermana Catalina de Yarumal (superiora) y la hermana Teresa de Sonsón. Aquí están en el patio de la casa de La Estrella, de Don José Trinidad Mejía, donde en 1923, el colegio se inició y allí duró hasta 1929, ya que en 1930 estrenan el edificio de en frente donde estuvieron hasta 1971. (ver fotografía)
DOÑA SARA DAZA
Fue una monumental educadora, muy sabia, de exquisitos modales y de grandes valores. Era una biblia sin escribir, pues poseía una sorprendente memoria sobre las historias de la ciudad y de su pueblo natal Patillal; ella era libro obligatorio de consulta para obtener cualquier información; se podría decir de ella, que era una saga Wiwa (o sea una mujer sabia, adivina y médica), generosa para dar información; guardo de ella un casete que le grabé que es una joya valiosa de sus memorias
DOÑA RITA MOLINA MAESTRE DE PAVAJEAU
Hermana del jurista y magistrado más importante que ha tenido la región del Valle de Upar, Hernando Molina Maestre; oriunda de Patillal, donde cursó sus primeros estudios. Celosa curadora y guardadora durante muchos años, del baúl que contenía las cartas y uniformes del Libertador Simón Bolívar, en un cuarto de su casa en la Plaza Alfonzo López, en cuyo recinto se retiraba a orar ante un altar lleno de santos de su devoción, a quienes prendía una veladora en su palmatoria o candil, con la mala suerte de que cualquier día se derritió la esperma de sebo y la llama fue a caer sobre el baúl que se calcinó con el incendio.
Una frase imbatible de ella que comprobó que esos uniformes eran del Libertador, fue el hecho de que cuando un trabajador de su finca, sacó escondido uno de los uniformes para disfrazarse en el carnaval, ella sintió que había profanado esa reliquia y le gritó desperada esta frase importantísima para la historia del Valle ‘’vee, quítese ese uniforme que es sagrado, además su dueño murió tísico’’ (en esa época a la tuberculosis le llamaban tisis y a los que la padecían los llamaban tísicos) esta frase es prueba indiscutible que se refería al libertador y es que doña Rita había aprendido en sus estudios de Patillal y en el colegio de las Monjas Capuchinas de La Sagrada Familia de Valledupar, la historia de la vida de los grandes héroes de la patria, las cuales se las hacían aprender de memoria. Este baúl fue traído a Valledupar por el médico Tomás Pavajeau, hijo del vice cónsul de Francia en Cartagena y quien había atendido a Simón Bolívar en su enfermedad; el vice cónsul llamado Juan Bautista Pavajeau, fue secretario de Bolívar y le guardaba toda su correspondencia en un baúl, porque el libertador pensaba escribir sus memorias; pero no alcanzó a hacerlo. Muerto el vicecónsul, su hijo Tomás Pavajeau se trae el baúl para Valledupar.
Doña Rita Molina fue una matrona dotada de una gran inteligencia, madre y abuela de unos hijos y unos nietos que son orgullo para el departamento.