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Mujeres importantes en el desarrollo cultural de Valledupar: María Elena Castro Palmera, ejemplo de emprendimiento

Maria Elena Castro Palmera con su hija Maria Clara Quintero

¿Pero qué es el emprendimiento? ¿Qué es emprender? 

Es iniciar o acometer una obra con empeño, con resolución, para llegar hasta el final con éxito hacia un fin o propósito determinado, venciendo dificultades. En el emprendimiento no se fallece, en él hay perdurabilidad. Es por lo anterior, que calificamos a María Elena Castro Palmera, como una matriarca o paradigma del emprendimiento, al lado de otras mujeres también ejemplares como Ana Cecilia Castro, secundada por Alba Martínez (la Bicha).

María Elena Castro, en 1957, con un gran liderazgo comercial funda la primera supertienda de abastos o víveres de la ciudad, jalonando así varios renglones de la economía vallenata, modernizando el comercio; su negocio se convirtió en un motor de desarrollo económico, y en un agente de cambio.

Este supermercado estuvo ubicado donde funcionaba el Club Valledupar en ese entonces: calle 16, entre carreras 7 y 8; llevó el nombre de ZAS, esa era su marca de identidad.  

Sigla que era significado de atención inmediata, rápida al cliente, es decir, en un ZAS (en segundos). Tipo Olímpica o D1 de hoy. 

Esta supertienda contaba con varios empleados, cuya base era la familia Botero que llegaron a La Paz y el valle hace 70 años con dotes comerciales que enseguida identificó María Elena: administraba, atendía caja y despachaba  German Gómez Botero, sobrino de Colí Botero (La Bolsa), Gonzalo (La Viña) y Porfirio; un contador,  Luis Araque;  y otros con otras funciones como el señor Manuel Agudelo Cardona. Junto a María Elena, lideraba el negocio y al grupo familiar de comerciantes antioqueños, Francisco Botero, a quien le decían Pacho, hijo del famoso Colí.

Con lo anterior, ella afianzó el concepto de empleabilidad, ya que esto sucedía en la época en que solo había tiendecitas de barrio, humildes, donde el dueño de la tienda era el mismo que vendía y administraba su pequeño negocio, asumiendo todos los roles, y ‘empleados’ se les llamaba era a quienes trabajaban con el gobierno.  

La salud de estos empleados y la de sus hijos era atendida por María Elena Castro. En este supermercado tenían cuidado con el medio ambiente, ya que clasificaban las basuras, y utilizaban abanicos, para sosegar la temperatura.

María Elena Castro dictando una conferencia a las damas bogotanas de la liga antituberculosa.

A los empleados se les capacitaba con estrategias para atraer al público. Los precios eran módicos, y los comestibles eran de muy buena calidad, y así aseguraban a sus clientes y hacían perdurable el negocio. Un día a la semana se ofrecían rebajas a todos los artículos, y de vez en cuando metían innovaciones con creatividad, por ejemplo vendían productos logrados con injertos, que mejoraban la calidad del producto. Este negocio agradó mucho al público vallenato, a los turistas, y visitantes, ya que complacía los gustos más exigentes, y a su vez daban un alivio del costo de la canasta familiar.

A sus  empleados les vendían a precio de costo, así ellos se convertían en los primeros clientes del negocio, ya que lo sentían como un negocio propio. Por ello, nunca pensaron en formar un sindicato.

María Elena Castro tuvo otros negocios simultáneamente, entre ellos el almacén Sicarare que era una miscelánea. Allí se vendía de todo como para encontrar todo en un mismo lugar: ropa de mujer y de hombre, maquillaje, adornos, vajillas, etc.

MUJER DE NEGOCIOS

Un poco más tarde, en 1970, funda una bodega y negocio de distribución de insumos para cultivos de algodón, tales como abonos, herbicidas, fertilizantes, insecticidas, y fungicidas. En este negocio le fue muy bien en el boom del algodón. 

En 1974 funda la mueblería El Escaño donde se vendían muebles bellísimos traídos de Punta Larga- Boyacá. Este funcionaba en la casa de sus padres, en Calle Grande, donde hoy funciona la galería de los artesanos Calle Grande.

En el año de 1983, ya viuda, con 60 años cumplidos,  asume la venta de vehículos Mazda, y culmina con un almacén de costura y de modas. Por todo lo anterior, concluimos que María Elena Castro fue una persona extraordinaria, emprendedora, fuera de serie, multifacética, incansable y muy humana con sus empleados.

Vamos ahora a ver otra faceta de su vida: me contó doña Nelly Castro de Pupo, que ella al lado de María Elena fueron las fundadoras de las Damas Rosadas del hospital y de la Liga Antituberculosa, y que María Helena se distinguió por su gran generosidad con los enfermos de tuberculosis. Así, a los que vivían en los pueblos circunvecinos les conseguía posada, y encabezaba los proyectos de vacunación.

Además, de sus ganancias apoyaba económicamente las obras sociales de los voluntariados a los que ella pertenecía, como el del Cementerio Central. También apoyó económicamente al hospital Rosario Pumarejo Cotes en la época en que era alcalde don Edgardo Pupo, cuando este se encontraba en una grave crisis económica. 

Por lo anterior, se deduce que es una mujer profundamente cristiana y caritativa. Gran parte de sus ingresos los invirtió en ayudar a los más necesitados y sostener a su hogar, y educar a sus hijos con decoro en las mejores universidades del país, y fuera de este.

Es una mujer de cultura exquisita, una connotada pianista en su juventud, herencia de su madre y de sus antepasados, con un gran amor en su corazón, perseverante, alegre, incansable y con una gran mansedumbre.

Casada con Clemente Quintero Araújo, político e ideólogo del Partido Liberal, filósofo, elocuente orador, fue nuestro Jorge Eliecer Gaitán, al lado de Crispin Villazón. Fue llamado el Catón vallenato porque movía las bases populares con su fogosidad; el Catón en Roma se le llamaba a los senadores que eran fuertes y regios en la oratoria. 

La Cámara de Comercio rinde homenaje a María Elena Castro, junto a su hermana Elisa,  por su trayectoria en pro del progreso de la ciudad. Acompaña Jorge Dangond, esposa de Elisa.

Mantenía diferencias políticas con Pedro Castro Monsalvo, mientras su esposa María Elena, como una gran diplomática, y con tacto, guardaba la mesura y la prudencia ante este antagonismo, pues el uno era su tío y el otro era su esposo. Así ella neutralizaba la fogosidad de su compañero, quien no sabía bailar ni manejar un vehículo, y por ello expresaba: “para gobernar el país se necesitaba no gente que moviera los pies y las manos, sino gente que moviera la cabeza”. 

En cambio su esposa era una gran bailadora, y de hecho fue la primera mujer que manejó un Jeep campero para ir del Valle  a Pueblo Bello, en 1944.

Clemente poseía fincas y ganadería, pero estaban poco atendidas y por ello no rendían muchas utilidades, porque su fuerte y su pasión no era el sector agropecuario, sino la política, a la cual invertía mucho dinero. Esto ocasionó que su esposa se convirtiera en una gran empresaria y emprendedora, que aportaba los recursos para sostener el hogar.

Pero María Elena Castro como mujer incansable, también incursionó en la política de manera excepcional: en 1958 apoyó y lideró el voto femenino en la región, que se ejercería por primera vez,  para con el plebiscito  elegir presidente al candidato liberal Alberto Lleras Camargo, quien debía gobernar durante 4 años, según lo aprobado en el Frente Nacional, logro conseguido después de la caída  del general Gustavo Rojas Pinilla en 1957.

En la campaña presidencial de Horacio Serpa en el año de 1998.

MUJER ACTIVA

María  Elena Castro  viajó mucho para conseguir las mercancías; estuvo en Maicao, Curazao, Aruba, Estados Unidos y mucho en Europa. Así,  a la vez que ampliaba su cultura, financiaba sus viajes. La señora María Cecilia Cuello de Gutiérrez fue su socia en muchas de sus actividades. 

SUS HIJOS

El vientre bendito de María Elena  Castro le regaló a la sociedad vallenata los siguientes hijos: Jorge Eliecer Quintero, quien lleva su nombre por haber nacido el día en que asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán. Él es abogado y empresario agrícola.

Hernando Quintero, ganadero y directivo de Coolesar.

María Clara Quintero, abogada, primera y única mujer alcaldesa del municipio de Valledupar en el siglo 20. Gerente de la constructora inmobiliaria ‘Castro De Quintero’.

Clemente Arturo Quintero, excónsul de Colombia en París, administrador de empresas, impulsor de la alianza Colombo Francesa.

Juan Carlos Quintero, exgobernador encargado, consejero del presidente de la república para la Costa Atlántica, empresario, director y copropietario del periódico EL PILÓN.

SUS HERMANOS

Los hermanos de doña María Elena Castro son: Elisa y Joselina, Enrique (médico y pianista), José María (arquitecto), Alfonso (folclorista, pianista) Rodrigo (arquitecto). 

Los padres de doña María Elena Castro fueron Aníbal Guillermo Castro Monsalvo (que estudió contabilidad en Estados Unidos (Filadelfia) y Dominga Palmera Baquero Cotes (gran lectora). 

María Elena Castro siempre ha guardado la nostalgia de que sus padres no le permitieron ser una profesional, lo que sí hicieron con sus hermanos varones, y expresa: “para ellos si hubo”,y este ha sido su gran dolor como hija mayor. María Elena también tuvo hermanos medios de padre, a quienes ha querido como a sus descendientes.

GENEALOGÍA

María Elena  Castro era sobrina de Ovidio Palmera Baquero, abogado, llamado la conciencia jurídica del Cesar; además era prima hermana de la antropóloga Leonor Palmera y de Ricardo Palmera, ( Simón Trinidad), y también prima de Alberto Herazo Palmera; sus  abuelos paternos fueron Rosa Monsalvo Maestre, y José María Castro Baute; sus bisabuelos maternos fueron Delfina Maestre Peralta y Pedro Monsalvo Molinares; además sus paternos Pedro Norberto Castro Araújo y Margarita Baute.

Sus tatarabuelos paternos María Josefa Araújo y José María Fernández De Castro Loperena, quien era hijo de nuestra heroína María de la Concepción Loperena Ustáriz De La Guerra.

Sus abuelos maternos fueron Eufemia Baquero y Juvenal Palmera Cotes, quien murió de euremia de 84 años; sus bisabuelos maternos fueron Ospicio Vaquero Maestre y María Antonia Araújo, y Ana Josefa Cotes Maestre con Federico Palmera Triana; sus tatarabuelos maternos fueron el sacerdote Marcelino Maestre con Ana Cotes, y el padre José María Triana con Dominga Palmera; el padre José María era hijo de José Martin Triana y Dionisia De Mier, quien descendía del marquesado de Santa Coa.

Los Triana descienden de Rodrigo De Triana quien descubrió la América con Cristóbal Colón en el año 1.492. Triana es un barrio de Sevilla en España. En la comisión coreográfica del geógrafo Agustin Codazzi, trabajó el botánico Jose Jerónimo Triana; Ricardo Triana perteneció a la orden de caballería del Santo Sepulcro de Colombia en Bogotá.

Fueron también sus tatarabuelos maternos Manuela Baquero y Francisco Javier Mestre De Oñate, y sus segundos tatarabuelos Valentín Mestre González y Dominga de Oñate. Don Valentín apoyó la libertad de los esclavos, haciendo cumplir la ley de libertad de partos.

El adagio popular dice: “Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer, y esa es María Elena Castro Palmera”. El 4 de diciembre cumplirá 100 años.

Por Ruth Ariza Cotes

Categories: El Vallenato
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