La historia de hoy corresponde a la época de dos distinguidas damas: Francisca Maestre y María Francisca Maestre Martínez. Sus hijos, sus familias fueron de gran significado para la región.
FRANCISCA MAESTRE
Esta matriarca nacida en el corregimiento de Patillal, tuvo el valor civil y la valentía de convivir con el sacerdote Manuel María Martínez, sobrino del padre Juan Bautista Rodríguez quien apoyó a Simón Bolívar en la campaña del bajo Magdalena.
Convivieron en la casa que hoy es de la familia Pupo, frente al convento e iglesia de Santo Domingo. Tuvieron cuatro hijas: María Francisca (‘Pachita’) Ignacia (‘Nachita’), Antonia y María Josefa; Francisca Maestre, madre, fue abuela de un personaje muy importante: el médico Ciro Pupo Martínez.
En esa época se convirtió en una costumbre que los sacerdotes fundaran un hogar, contraviniendo el voto de castidad; este comportamiento era aceptado y bien visto por la comunidad, ya que los sacerdotes eran perseguidos a flechazos por los indígenas Yukpas.
Estos indígenas los consideraban como sus peores enemigos, porque ellos al cristianizarlos les destruían sus culturas y sus religiones, que eran diferentes a la religión católica. Por este motivo los sacerdotes se vieron obligados a conformar un hogar propio para protegerse, y refugiarse ante estos ataques.
Por todo lo anterior, la Diócesis de Santa Marta, encabezada por el obispo Rafael Celedón Ariza, nunca impartió sanciones a estos sacerdotes que violaban la norma, sino que los reconvenía o reprendía en público, pero no los expulsaba de la iglesia, sino que los perdonaba en privado y los cambiaba de parroquia para alejarlos del “pecado”, posiblemente porque pensaba que los sacerdotes no eran ángeles sino seres de carne y hueso cuyas hormonas masculinas, puestas por Dios, hervían en sus sangres.
Entre estos “indisciplinados” se recuerdan al padre Miguel Ángel Barros y al sacerdote Jose María Triana, aquí en Valledupar, al padre Serrano en el municipio de El Molino, en 1.930, y a muchísimos otros más, que hoy son los ascendientes de las familias más distinguidas de la ciudad.
MARÍA FRANCISCA MAESTRE MARTÍNEZ (‘PACHITA’)
Hija de María Francisca Maestre y del sacerdote Manuel María Martínez. Contrajo matrimonio con don Esteban Pupo De Mompox, dueño de la finca Piedra Parada, ubicada en Pueblo Bello. Doña ‘Pachita’ tuvo cuatro hijos que fueron muy importantes en el desarrollo cultural de Valledupar: el doctor Ciro Pupo Martínez, primer médico egresado de la Universidad Nacional, quien se distinguió por su gran humanismo, y por servir a los más pobres sin cobrar jamás un centavo. Los fines de semana repartía mercados en los barrios más pobres de la ciudad, que en esa época eran el Cañaguate y El Cerezo, llevaba en un carro de mula apartado, dos libras de queso y tres plátanos para cada hogar. El doctor Ciro Pupo contrajo matrimonio con la señora Adela María Maestre.
Otro hijo fue el profesor y maestro Enrique Pupo Martínez, quien contrajo matrimonio con doña Avelina Uhía y que se distinguió por ser un maestro excelentísimo, ya que además de una gran formación intelectual, enseñaba a sus alumnos valores, y por ello era muy querido en el Colegio Nacional Loperena, pero primero trabajó en la escuela industrial Pedro Castro Monsalvo
Don ‘Oscarito’ Pupo fue el tercer hijo, casado con su prima Carmen Pupo. Este fue un personaje muy pintoresco, ya que dio mucho realce al carnaval, saliendo disfrazado para bailar el pilón con sus amigos entre ellos don Evaristo Gutiérrez; tenía un gran sentido del humor, salía montado en un burro, disfrazado de campesino, vendiendo leche y luego en el atrio del Convento de Santo Domingo, leía el bando del carnaval y las letanías, invitándolos a todos a esta fiesta carnestoléndica.
Había dos pilones que se reunían en este atrio, el del barrio Cañaguate y el del barrio El Cerezo, otras veces se disfrazaba de mujer.
Don ‘Oscarito’ tuvo una hija llamada Leticia Pupo, muy educada, de grandes virtudes y de una apariencia bellísima, con ojos muy azules, fue criada por su abuela ‘Pachita’
El cuarto hijo fue don Luis Pupo, casado con doña Leticia Castro, quien dedicó su vida al campo y a la ganadería.
POR RUTH ARIZA COTES/ ESPECIAL PARA EL PILÓN