“Las mujeres hombe que vaina, ellas son las que tienen en tormento mi alma”.
No hay forma posible de pensar en las mujeres sin que llegue a nuestra mente la canción titulada ‘Que vaina las mujeres’ de la autoría de Carlos Huertas incluida por Jorge Oñate y Colacho Mendoza en el L.P. ‘Únicos’ en el año 1976, en la cual lamenta que estuvieran acabando con él porque ya no lo querían, y dijo ‘El Jilguero de América’ para completar algo que es totalmente cierto: “Ellas son las que pueden”.
La humanidad agradecida les ha otorgado para la celebración de su día veinticuatro horas de alabanzas para alimentar nuestra íntima convicción de que son la obra más perfecta de Dios en su sabiduría, las premió con la fortaleza suficiente para afrontar todos los retos donde la debilidad de los hombres es evidente e inexcusable, empezando por su condición de dadoras de vida, de prolongadoras de la existencia al parir los hijos, cuyo dolor definitivamente solo lo aguantan los machos.
La celebración de su día en esta oportunidad no es suficiente para que lo hagan tan entusiastas porque coincide con la crisis de valores en que nos encontramos cuando la manifiesta cobardía de los varones ha encontrado en su humanidad la victima perfecta para descargar la furia del machismo ignorante porque a todo cobarde le place agredir, humillar y matar a las mujeres, y están de moda los feminicidios ante el silencio cómplice de una sociedad hipócrita, tolerante, complaciente y arrodillada ante los barbaros.
Es la mujer dueña única de su vida y afortunadamente vino a este mundo dotada con las capacidades suficientes para conducirla con propiedad por los caminos de las espinas sin marchitarse jamás la rosa que llevan en su corazón, así son la mayoría porque hay otras que por desgracia asumen como el destino que Dios les mando su victimización, que se embriagan de ilusiones y se abandonan en los brazos de los hombres que les dicen y les dan lo que les gusta mientras desprecian y no valoran a aquellos decentes que todavía quedan que les dicen lo que honestamente sienten y ponen a su disposición el caudal de amor suficiente para sanar sus heridas y hacerles olvidar el inmerecido pasado.
Es tu día mujer y los otros también te pertenecen y tenemos la fe que habrás de desplegar para orgullo de la humanidad tu capacidad de hallar satisfacción y gozo al final del cual se habrán hecho realidad los deseos de tu corazón, no te apresures que hay un mañana para ti que está a punto de amanecer que viene colmado de paz, de hombres amorosos que te valorarán más por lo que eres que por lo que das y te acompañarán a la culminación exitosa de tu periplo vital.
Colócate hoy frente al espejo, inspírate en Dios y con la mente del poeta di para que te escuchen todos los hombres del mundo: “Sin duda hoy en mi día el más grande de los trescientos sesenta y cinco que me pertenecen puedo decir que estoy feliz y encanta de haberme conocido”. Feliz día.