Alrededor de dos semanas han pasado desde que un grupo de seguidores de la iglesia cristiana Berea, en el corregimiento de Isabel López, Sabanalarga, en el Atlántico, se congregaron a esperar la resurrección de Jesucristo, el pasado 28 de enero, junto al pastor Gabriel Ferrer.
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El hecho causó asombro en el país al conocer que los feligreses se despojaron de sus bienes materiales y renunciaron a sus trabajos como recomendación del pastor, quien supuestamente desapareció. Sin embargo, al aparecer, no es la única persona que no regresó a su casa.
Este sábado, Erick Lucheta, mencionó a Noticias Caracol que su esposa no ha regresado a la casa y que la última vez que la vio fue cuando abandonó su hogar y sus dos hijos antes de entrar al ayuno extendido en la iglesia Berea. Dijo también que la mujer renunció a su trabajo en el que estuvo por al menos 20 años.
Lucheta aseguró que su esposa tuvo comportamientos extraños con él y varios de sus familiares desde que comenzó a asistir a la iglesia liderada por Gabriel Ferrer.
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Los creyentes aseguraban que Jesucristo llegaría el jueves 28 de enero a la medianoche; además, que se iba a registrar la resurrección de la hija de un pastor de la comunidad, por lo que durante varias semanas hicieron ayunos aglomerados en una casa.
El evento no ocurrió, pero preocupó a las autoridades del Atlántico al pensar que podría generarse un homicidio colectivo. Además, en el lugar había menores de edad, por lo que tuvo que intervenir el Instituto de Bienestar Familiar, ICBF.
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Ante las críticas recibidas, Gabriel Ferrer, pastor de la comunidad Berea, dijo en un comunicado, el pasado mes de enero, que no son suicidas. “Ahora mismo muchos están vituperando, diciendo que nos vamos a suicidar. Todo porque decimos que estamos a pocos días para el arrebatamiento. Y con respecto de este ataque del diablo y de los impíos que le prestan su boca y su vocación a Satanás quiero decirles que los que alientan el suicidio son los apóstatas”, aseguró el religioso.