“¡Extra, extra, extra! Acaban de asesinar al folclor vallenato”, fue el titular que salió de la voz del periodista de radio Carlos Alberto Atehortúa, quien interrumpió la programación para anunciar la muerte de ‘La Cacica’, Consuelo Inés Araujonoguera, una de las gestoras y madre del Festival de La Leyenda Vallenata.
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“Comenzaron a dar detalles de la información disponible como a las 6:00 o 7:00 de la mañana y a partir de ese momento toda la transmisión de los eventos estaban en torno a ese hecho”, recordó el filósofo y docente, Simón Martínez Urbanez.
El nombre de Araujonoguera estaba en todos los noticieros de la televisión colombiana, en la radio, en la prensa y en cada rincón de la calles del viejo Cacique Upar. Y no era para menos. La mujer aguerrida, soñadora, la que fue capaz de imaginar un día junto al maestro Rafael Escalona y el expresidente Alfonso López, coronar a un rey por las melodías de su acordeón, fue vilmente asesinada de varios impactos de bala.
Era un 29 de septiembre de 2001. El crimen lo cometió el Frente 59 de las Farc en la Sierra Nevada de Santa Marta, exactamente en un sector conocido como La Nevadita donde habría estado privada de la libertad durante unos cinco días.
“En realidad la gente estaba sorprendida, había muchas expectativas de lo que había sido el secuestro, se esperaba una negociación, un acercamiento y la posibilidad de que regresara con vida, hasta que podía durar años secuestrada”, agregó Martínez Urbanez.
El repudio llegó desde las más altas esferas del poder, pues Consuelo Araujonoguera también hizo parte de la política colombiana, siendo ministra de Cultura durante el gobierno del presidente Andrés Pastrana Arango, cargo al que renunció por el nombramiento de su esposo, Edgardo Maya Villazón, como nuevo procurador general.
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Por eso, horas después el mandatario Pastrana anunció que había entrado a evaluar el Proceso de Paz con esa guerrilla en todos sus componentes.
“El país ha sido notificado por parte de las Farc a través de sus acciones desafiantes de su empeño en desacreditar una solución política del conflicto. La nación está cansada del secuestro, de los ataques sistemáticos a la población civil y de la violación recurrente del Derecho Internacional Humanitario”, dijo el entonces jefe de Estado en su locución.
EL SEPELIO
El 1 de octubre del 2001 el sentimiento del pueblo se exteriorizó en solidaridad al folclor y a la vida y obra de ‘La Cacica’, quien trabajó por ser de Valledupar un patrimonio cultural.
Ríos de gente acompañaron su féretro con velas, pañuelos blancos y flores en la histórica Plaza Alfonso López a donde también llegaron personalidades de la política y cultura colombiana.
“Medio ‘valle’ estaba en la plaza, se solidarizó a acompañarla porque ella era una mujer querida, una figura importante del vallenato. Además que la muerte fue indignante para la comunidad”, comentó Francisco Javier Valle Cuello, director de la Academia de Historia del Cesar.
La morada final de la exministra fue el Cementerio Central donde también yacen ilustres personalidades del pueblo vallenato como el compositor, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta Baquero, Leandro Díaz, entre otros.
EL INICIO
El presagio de ese fatídico desenlace comenzó el 24 de septiembre de ese mismo año. Todo comenzó cuando Consuelo Inés Araujonoguera regresaba de Patillal junto con otras personas de los actos religiosos de la Virgen de las Mercedes y en el caminó se encontró con un retén de la guerrilla de las Farc.
Una de sus acompañantes, Luz Stella Molina Mejía, hermana del acordeonero Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina, en una entrevista le dijo al periodista Juan Rincón que se las llevaron camino al corregimiento de La Mina donde hicieron una parada.
De ahí continuó el recorrido al corregimiento de Atánquez, Guatapurí, donde pasaron la noche en un carro y de ahí el rumbo fue a pie.
Molina Mejía recordó que después las montaron en unas mulas y pasaron dificultades por las incomodidades, hasta que llegó la hora cero y observó por última vez a Consuelo.
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“Esa noche mientras descansábamos nos dijeron que teníamos que partir enseguida, porque se sentía cerca el bombardeo y nos llevaron a ambas, porque ella me agarraba y no me soltaba. Entonces, un guerrillero la cargó y la separó de mí. Ella, volteaba la cabeza y me miraba como llamándome, hasta que en una curva la perdí de vista; cuando la volví a ver fue en un féretro”, precisó Molina.
¿QUÉ HA PASADO?
Aunque casi 19 años después existen más preguntas que respuestas, la justicia llegó a condenar a varios subversivos de las Farc como responsables de la muerte y secuestro de la exministra.
Entre esos a Manuel Mendoza Rodríguez, alias ‘El Copy’ o ‘Guzmán’, acusado de ser quien disparó contra la gestora cultural. El hombre inicialmente se declaró inocente pero después aceptó los cargos.
De igual manera fueron procesados otros más como Samuel Galvis Arias, José Enrique Cáceres y Luis Manuel Montero.