Una palabra afectuosa de bienvenida abre las puertas de la motivación. Hoy, que retornan los estudiantes a clases en las instituciones oficiales del calendario A, el rector y los docentes deben brindarles efusivos saludos de bienvenida.
Henry Ford, empresario y fundador de la compañía Ford Moto, dijo: “Si tienes entusiasmo, podrás hacerlo todo. El entusiasmo es la levadura que hace crecer la esperanza hasta conquistar tus sueños. El entusiasmo es el brillo de tus ojos, la firmeza en tu caminar, la fuerza de tus manos, el empuje irresistible de tu voluntad y de la energía que te llevarán a conquistar tus ideales”.
El docente que motiva con estrategias innovadoras propicia un ambiente óptimo de aprendizaje. Es necesario que a los estudiantes se les haga sentir importantes, tanto en la familia como en el salón de clases porque eso les ayuda a mejorar sus niveles de autoestima y potencia aptitudes que les permite desarrollar las categorías de aprendizajes.
Las aptitudes, para realizar con idoneidad determinado trabajo, se conocen con el nombre de ‘competencias’. Explica, Erich Fromm: “Para llegar a ser competentes, miremos la paciencia de un niño cuando empieza a caminar; se cae, vuelve a caer una y otra vez. Sin embargo, sigue ensayando, mejorando, hasta que un día camina sin caerse, ¿qué no podría lograr un adulto si tuviera la paciencia de un niño y la concentración en los fines que son importantes para él? Lograría el más alto nivel de las competencias, y su aporte sería excelente para la humanidad”.
La disciplina es la madre de la responsabilidad, y el respeto es la luz de la convivencia. Para que estos dos principios vayan en armonía con la formación del estudiante es necesaria la participación eficiente de los padres de familia. Un niño que vive en un hogar donde prospera el respeto, la responsabilidad y el trabajo, seguro será un estudiante responsable y respetuoso.
Los docentes nos quejamos del poco interés de los estudiantes por la lectura, por eso hay que buscar maneras de motivarlos, a fin de que entiendan que la lectura es el camino hacia el conocimiento. Leer permite viajar por el tiempo y el espacio, conocer la vida, el ambiente, las costumbres, el pensamiento y las creaciones de la humanidad. Desde el punto de vista psicológico, ayuda a comprender mejor el mundo y a nosotros mismos, facilita las relaciones interpersonales y el desarrollo afectivo, moral y espiritual y, en consecuencia, la capacidad para construir un proyecto ético de vida.
A propósito, el escritor William Ospina, afirma: “Nadie duda del desvelo de los maestros por lograr que sus alumnos lean. Pero muy a menudo utilizan unos mecanismos que pueden ser fatales: volver la lectura obligatoria, o imponerle una finalidad demasiado precisa”. “Una lectura verdadera no es un momento de la vida: es algo que permanece, cuyo sabor no nos abandona, cuyas revelaciones son graduales o tardías, algo que sigue en nosotros, creciendo y transformándose”.
Por José Atuesta Mindiola