X

Morir de hambre

Una de las situaciones más vergonzantes que puede enfrentar un país es que sus niños mueran de hambre. ¡Qué horrible debe ser morir hambriento! No acepta uno que un ser humano que comienza a vivir tenga que hacerlo sintiendo los picotazos de la desventura de no poder alimentarse.

Ahora cuando los investigadores de las instituciones de salud y de las universidades han dado cifras de niños muertos por hambre, la Costa Atlántica quedó muy mal parada; en lo que va del año cinco chiquitines murieron por desnutrición, en nuestra región.

Recuerdo la noche triste en que vi a una indígena llorar a gritos en una clínica, con su niño muerto en los brazos, le dieron una caja de cartón para que acomodara el cuerpecito y se lo llevara para su comunidad en la Sierra, la vi salir como la llorona de la leyenda, con alaridos siniestros por la calle llena de curiosos, las sombras comenzaban a cubrirlo todo y el eco de su llanto me mortificó por varios días. Ha sido una de las impresiones más dolorosas que me ha tocado vivir en el ejercicio del periodismo.
Un médico amigo, al que le pregunté qué había pasado, me dijo que el niño había llegado en mal estado, completamente desnutrido y deshidratado, y agregó: ‘Tú no te imaginas la cantidad de muertes por hambre que registramos casi a diario’.

Hace unas horas leí un informe sobre la desnutrición en Colombia y no se explica uno por qué se llega a un estado tal en el que no hay reversa, solo la muerte generosa llega a aliviar un estómago vacío que quizás ni funciona, un cuerpo débil, enjuto, tétrico. Decía uno de los expertos que el número de gente desnutrida es grande, que aumentó con los desplazamientos de campesinos a las ciudades, que dejaron sus fuentes de alimentos para venir a rebuscar comida que calma el hambre pero que no nutre.

El horror del hambre: niños de La Guajira, departamento rico para el país, para el mundo, pero no para sí mismo, allí está el foco de la desnutrición en una etnia milenaria que en otros tiempos fue bravía, hoy se rinde ante la falta de todo. Y en nuestro departamento y en los demás de la Costa, hay decenas de niños y adultos afectados por la desnutrición. Se cree que con darles pan, plátanos, carbohidratos que sacian el hambre, es todo; el mal viene de la falta de los alimentos llamados costosos: carnes, proteínas.

El país entero sufre de ese mal; antes creíamos que los niños famélicos sólo eran productos de las hambrunas africanas, aquí hay hambre, aquí hay desatención a la niñez, aquí no hay programas sociales suficientes para exorcizar la desnutrición; y eso no es de ahora, es de siempre, solo que va en aumento. Aquí, en la patria en la que solo importa la política, en la que prolifera la corrupción, en la que cunde la indiferencia, lo que hay son niños con hambre, mucha hambre, y eso duele.

Mary_Daza_Orozco: